Yo
diría que es un lugar donde anida la tristeza...
(Juan Rulfo. Luvina. El llano en llamas.
Editorial RM. México, 2005).
Quizá
ni nuestro querido Juan Rulfo se hubiera imaginado que exactamente 60 años
después de publicar Luvina, el pueblo
que ahí describe se asemejaría a muchos de los lugares del territorio mexicano.
Lugares en los que la tristeza, la desesperanza, el abandono y la soledad son
experimentados en carne propia por muchos mexicanos. Luvina es desolador, un pueblo fantasma habitado por vivos que
parecen muertos, en el que la vida transcurre, el tiempo pasa y la muerte es
una espera indefinida: “Y es que allá el tiempo es muy largo. Nadie lleva la
cuenta de las horas ni a nadie le preocupa cómo van amontonándose los años. Los
días comienzan y se acaban. Luego viene la noche. Solamente el día y la noche
hasta el día de la muerte, que para ellos es una esperanza” (Juan Rulfo. Op.
Cit. p. 106).
La
cultura popular mexicana ha tenido a lo largo de la historia una relación muy
particular con la muerte: se le acepta con cierta familiaridad, se le celebra
cada dos de noviembre, la imagen
juguetona de la huesuda es una tradición en murales, en cartones políticos, en
el coloquial humor negro. Ha llegado a ser considerada como un símbolo nacional.
Sin embargo, la presencia de la muerte parece ya no ser la misma desde hace algunos
años, la muerte ha tomado otras formas: falta de consideración y respeto hacia la vida y la muerte humanas, que han
terminado por perder su valor; el horror y la crueldad están visiblemente
presentes en la vida cotidiana, en la
luz pública, a través de la cual todos los habitantes de este país observamos cuerpos
torturados, destrozados y mutilados que son exhibidos; mujeres despojadas de
sus vestimentas, abusadas sexualmente, asesinadas y finalmente arrojadas en
cualquier lugar, como si fuesen cualquier cosa; huesos humanos en fosas
clandestinas, cadáveres, dolor, muerte. Una muerte cruel, que por su presencia
reiterada ya no deja tiempo y espacio para el ritual funerario, el luto
compartido, el duelo y la despedida que dé lugar a la subjetivación de lo que
se ha perdido. El antropólogo Claudio Lomnitz puntualiza un rasgo muy importante
de Luvina: “Es un lugar sin futuro,
donde los asesinatos sin sentido constituyen los únicos signos de puntuación de
la vida social. Luvina es el purgatorio en la tierra” (Claudio Lomnitz. Idea de la muerte en
México. FCE. México, 2006. p. 22). A ese nivel hemos
llegado actualmente en nuestro país, la vida cotidiana de la sociedad que
habitamos está puntuada por los asesinatos que cada día tienen lugar a lo largo
y ancho del territorio nacional.
Para
el psicoanálisis “lo colectivo no es nada sino el sujeto de lo individual”
(Jacques Lacan. Escritos I. Siglo XXI editores. México, 1989. p. 203), en la
medida en que la subjetividad está tejida en el lazo social en el que un sujeto
se constituye. En el caso de México, nuestro caso, ese lazo social se encuentra
entramado con crisis diversas, atravesamos un punto crucial y decisivo, ligado
a lo que algunos han llamado crisis
civilizatoria. Sumado a lo anterior, en México atravesamos otro pasaje
agónico: el de la injusticia. Inocentes encarcelados señalados como culpables,
culpables libres señalados como inocentes; nuestro sistema de justicia de lo
que más carece es de ésta misma: “Por tradición, México es una nación con una
tasa de homicidios alta y con un sistema de prisiones ineficaz. Su herencia
colonial y dependiente ha dificultado trazar una línea clara entre la nación y
sus enemigos, entre el interior y el exterior, entre los muertos que deben ser
nombrados y honrados y los que deben permanecer sin contar y desconocidos, en
tumbas anónimas.” (Claudio Lomnitz. Op. Cit. p. 20). Mientras las cifras del
horror aumentan, las historias singulares quedan ocultas por los números,
aumentan los casos en que no hay responsables, la justicia brilla por su
ausencia.
Madres
en su mayoría, familiares y amigos que han perdido a un ser amado ya sea por
desaparición o por asesinato, buscan sin encontrar, preguntan sin obtener
respuesta alguna, hacen plantones, huelgas de hambre, no duermen, no comen, ya no son los mismos, nada vuelve a ser igual,
sus vidas dan un giro inesperado, sin retorno. Caminan entre indiferencia,
burlas, calumnias, humillaciones y amenazas, renuncian a irse a otro lugar, a
abandonar su tierra, sus recuerdos aunque en ello pierdan la vida misma: “Pero
si nosotros nos vamos, ¿quién se llevará a nuestros muertos? Ellos viven aquí y
no podemos dejarlos solos”. (Juan Rulfo. Op. Cit. p. 108). Encontrar a sus
desaparecidos, pasar las horas largas llenas de amarga, desesperada y
angustiada espera. O por lo menos poder honrar a sus muertos, enterrarlos
digna, humana pero sobre todo amorosamente.
En
una conversación entre amigos acerca de la tragedia que vivimos, ella le
pregunta a él: ¿Cuando irá a parar esto? ¿En qué país estamos viviendo? Y, como
no es fácil dar respuesta a semejante pregunta, él solamente la observó
callado, frunció el rostro y se alzo de hombros. Tal cuestionamiento aparece en
Luvina cuando el esposo de Agripina en dos ocasiones la interroga así:
Entonces yo le pregunté a mi mujer:
¿En qué país estamos, Agripina?
Y ella se alzó de hombros.
[…]
¿Qué país es éste, Agripina?
Y ella volvió a alzarse de hombros.
(Juan
Rulfo. Op. Cit. p. 103-105)
Y
claro, ¡quién puede tener respuesta a tales cuestionamientos! hay preguntas en
las que no queda de otra más que observar, callar y alzarse de hombros. ¿Qué
hemos hecho de éste país?, ¿En qué sociedad nos hemos convertido? En qué
momento se le abrió la puerta a la apatía, a la indiferencia, al miedo, al silencio,
al no-actuar, a los políticos corruptos, a los delincuentes y asesinos impunes,
¿cómo fue que nuestro país se convirtió
en Luvina?
En
el lenguaje popular mexicano una expresión dice: el que espera desespera, y es que, ¿cómo sostener esa espera,
cuando el ser amado que se espera de regreso a casa no llega, cuando la
justicia depende de que algunos quieran o no que llegue?, cuando día con día
nos desaparecen, nos asesinan.
En
un artículo publicado en NAR por Luis Chaparro, titulado “La esperanza en Chihuahua
es un bebé en el vientre”, relata:
“En
Chihuahua nos han matado la esperanza antes de nacer. Estábamos acostumbrados
ya a lo otro, a que la esperanza naciera cada mañana y nos la mataran ya para
el mediodía. Siempre será un mejor día mañana, una mejor semana la próxima y un
mejor año el que viene. Así somos los chihuahuenses. Pero esta vez no hubo
tiempo” (http://nuestraaparenterendicion.com/index.php/estamos-haciendo/estado-de-la-republica/chihuahua/item/1799-la-esperanza-en-chihuahua-es-un-beb%C3%A9-en-el-vientre#.UbR8htj3MVQ).
En el texto se
narra el siguiente hecho: el día 24 de mayo del 2013 se inauguraba una escultura
en forma de una X de color rojo, llamada la “X de la mexicanidad” con un
concierto en el que participaron varios cantantes y músicos. Al mismo tiempo, dentro
de una plaza comercial, una mujer impactó su auto contra otro que estaba
estacionado, los policías de una patrulla al darse cuenta de lo sucedido le
piden a la mujer con insultos que se pare, ésta asustada se da a la fuga y la
persiguen, en el momento de la persecución se escuchan los truenos de los
juegos pirotécnicos lo cual hace confusa la situación y da pie para que los
policías disparen. El resultado:
“La
mujer recibió esquirlas de bala en la cabeza, una bala en el hombro y otra más
en el vientre, que alcanzó a su bebé de 4 meses de gestación. Ella sobrevivió,
aunque con la pelvis lastimada y sin posibilidades de volver a tener un hijo de
su sangre. El bebé que llevaba dentro murió al instante.” (Ibíd.)
En
este lugar en donde el sinsentido de la vida y de la existencia misma está a la
vuelta de la esquina, en esta tierra de nadie, es frecuente escuchar el dicho
popular la esperanza muere al último.
Pero, ¿por cuánto tiempo es posible que en Luvina siga viva la esperanza?, ¿un
acto requiere necesariamente de ella para realizarse?
Por:
Paola Alejandra Ramírez González y
Flavio Meléndez Zermeño.
Fecha:
agosto de 2013.
Más información:
psic.alejandraramirez@gmail.com y flaviomelendez@gmail.com
Artículo publicado en el blog : "Psicoanálisis: La vida subjetiva en tiempos de guerra". Del Portal Nuestra Aparente Rendición: http://nuestraaparenterendicion.com/index.php/blogs-ok/psicoanalisis/item/1920-%C2%BFen-qu%C3%A9-pa%C3%ADs-estamos?
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