Flavio Meléndez Zermeño
“…si Freud ha escrito en alguna
parte que “la anatomía es el destino”, habrá quizá un momento en que, cuando se
haya vuelto a una sana percepción de lo que Freud nos ha descubierto, se dirá
–no digo ni siquiera que “la política es el inconsciente”-, sino más
simplemente: el inconsciente es la política”.
Jacques Lacan, 10 de mayo de
1967.
En sentido tradicional se entiende el rumor como
una versión que circula “de boca en boca”, a través de vías informales que
forman parte del decir popular, cuya autoría y circuitos de difusión son
desconocidos con precisión. Sin embargo, a partir del surgimiento de la
sociedad mediática en el siglo XX no es posible plantear la existencia de un
rumor al margen de la influencia de los medios: “Los rumores circulan de
hecho tan bien de manera informal (difusión de boca a oreja) como formal
(difusión mediática). No hay oposición entre los dos, ni exclusión".[1] De aquí
se pueden derivar por lo pronto dos consideraciones: por un lado, la
transmisión del rumor involucra a los cuerpos de quienes participan en ella,
poniendo en juego elementos que forman parte del circuito de la pulsión: los
agujeros corporales de la boca y la oreja, y la voz como objeto; por otro lado,
el rumor se nutre de los medios de comunicación tanto como éstos de aquél, por
lo que no es posible localizar un rumor “puro” que podría existir aislado, con
total independencia de los medios. Incluso algunos relatos que ya circulan en
un ámbito limitado alcanzan el estatuto de rumor a partir de su aparición en
los medios bajo la forma de un comentario o un desmentido que contribuye a su
difusión, sin que por ello se pueda ubicar su origen en esa circunstancia. El
caso que aquí estudiamos corrobora esta alimentación recíproca entre vías
informales y mediáticas en la circulación de un rumor.
En este trabajo nos ocupamos del rumor, en sus
distintas versiones, que circula antes del asesinato de Luis Donado Colosio
Murrieta, quien fuera candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI)
en los comicios de 1994 para elegir presidente de México. Colosio es asesinado
al salir de un mitin de su campaña electoral en una colonia popular de nombre
Lomas Taurinas, en la ciudad de Tijuana Baja California. Al caminar entre la
multitud de asistentes al acto político, recibe un disparo de arma de fuego en
la cabeza y al ir cayendo recibe otro más en el abdomen. [2]
El rumor mencionado tiene su inicio en un momento
preciso, cuando el 10 de enero de 1994 el Presidente de la República, Carlos
Salinas de Gortari, nombra a Manuel Camacho Solís como Comisionado para la Paz
y la Reconciliación Nacional, para hacer frente a la crisis política desatada
por la rebelión armada del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, que había
estallado el primer día de ese año en el estado de Chiapas. Ese nombramiento
coincide con el día del inicio formal de la campaña de Colosio, trastocando los
rituales establecidos por la tradición sucesoria del régimen, pues vuelve a
poner en el centro del escenario político nacional a quien había sido el
principal rival de Colosio en la recta final por la candidatura del partido
oficial,[3] lo que
va a opacar la campaña electoral de éste desde el primer día. La designación de
Camacho como negociador con la guerrilla va a ser seguida en la prensa por un
alud de declaraciones, artículos de opinión, notas, aclaraciones y
refutaciones. Estos elementos constituyen la huella escrita de un rumor que
circula ampliamente en la sociedad mexicana, encontrando un considerable
crédito, y que tendrá su confirmación definitiva en el momento en que el
candidato priísta es asesinado.
El rumor de la noticia
La coincidencia del nombramiento de Camacho con el
inicio oficial de la campaña de Colosio desata comentarios en la prensa desde
el primer día en que circula la noticia. El 11 de enero de 1994 la columna Pulso
político de Francisco Cárdenas Cruz en El Universal apunta:
“Manuel
Camacho Solís emergió ayer como el gran ganador en la serie de cambios que
anunció el Presidente Carlos Salinas de Gortari: dejó la Secretaría de
Relaciones Exteriores para convertirse en ‘Comisionado para la Paz y la
Reconciliación en Chiapas’ y, también, en virtual suplente a la candidatura
presidencial priísta a la que aspiró […] De lograr la encomienda del Primer
Mandatario, Camacho Solís se consolidaría como la gran figura política que, a
querer o no, podría opacar al propio candidato de su partido a la Presidencia
de la República, antes del 15 de marzo –fecha límite del registro como tal- y
cuyo debilitamiento al inicio mismo de su campaña fue manifiesto [...] Así,
Camacho Solís, que fue el perdedor en la decisión por la nominación priísta a la
Presidencia, hace 44 días, emergió como el gran ganador en la pos-sucesión ya
que no solamente tendrá la oportunidad de demostrar que sus cualidades de
concertador y su buena relación con los grupos y partidos políticos de
izquierda, le serán de suma utilidad para encontrarle solución al conflicto
chiapaneco por los caminos de la concertación y el diálogo, sino que al no
tener ningún impedimento constitucional en el desempeño de un cargo público,
queda convertido en virtual suplente a la candidatura presidencial que
favoreció a Colosio…” [4]
Así, desde el momento de su designación Camacho es
visto como virtual suplente a la candidatura presidencial priísta, es
decir, se le concede la virtud de suplir a Colosio en esa
función, con lo cual la candidatura de éste quedará afectada sin posibilidades
de retorno a su estado anterior. La virtud que se otorga al nuevo Comisionado
se basa en su reconocida capacidad de negociación con las fuerzas de oposición,
particularmente las de izquierda. En la inédita situación política, abierta por
la crisis del régimen que la rebelión zapatista precipitó, Camacho es situado
como el gran ganador frente a un Colosio que aparece debilitado, la
figura política del primero va a opacar a la del segundo, como su presencia
respectiva en los medios lo va a confirmar en los próximos meses. La aparición
del término pos-sucesión en estas circunstancias indica que la cuestión
de la sucesión al interior del régimen de partido de Estado, a diferencia de lo
ocurrido al acercarse la última etapa de gobiernos anteriores, no ha quedado
resuelta con la designación del candidato oficial.
La nueva posición de Camacho es vista como su resurrección
política, después de que se le consideraba políticamente muerto al haber
perdido la candidatura priísta y haber roto con el ritual de mostrar su
adhesión, así sea formal, al elegido como sucesor por la voluntad presidencial.
En el diario Siglo 21 de Guadalajara aparece, también el 11 de enero, un
cartón político de Falcón que juega con la asonancia entre resurrección
e insurrección:
La imagen de Camacho se encuentra en primer plano
cubriendo con su sombra a un pequeño Colosio. Mientras el primero arroja “el
hueso” de su puesto como Secretario de Relaciones Exteriores y se encamina a su
misión en Chiapas, el segundo es ridiculizado al mostrarlo como un niño
ataviado para una fiesta infantil mientras al teléfono pregunta: “…o sea
nomás negocia y luego se larga ¿verdad?”. La imagen de Colosio y la
interrogación que plantea (¿a Salinas?) parecen colocarlo en una posición de
ingenuidad en la que la coyuntura política es para él una fiesta infantil, al
tiempo que espera con candor que Camacho se largue después de cumplir su
encomienda como Comisionado para la Paz. En la parte superior del cartón está
tachada la primera sílaba (in) de la palabra insurrección y
escrita arriba la sílaba re, para dar por resultado resurrección,
de modo que la asonancia entre estas dos palabras permite efectuar una
condensación –que tiene el carácter de un chiste si se toma en cuenta el
conjunto del cartón- en la que quedan incluidas la insurrección
zapatista y la resurrección de Camacho, como los dos factores
determinantes de la situación política de ese momento[5].
La resurrección de Camacho trae consigo otra
consecuencia: la súbita transformación de Colosio en un cadáver político.
En la misma fecha, la columna Indicador Político de Carlos Ramírez en El
Financiero, titulada ese día Chiapas: otros cadáveres, anticipa el
destino trágico de Colosio al mostrarlo como cadáver político, un
cadáver que según el columnista se encuentra en estado de descomposición
apresurada junto con otros cadáveres del gobierno de Salinas que aparecen
como resultado del conflicto en Chiapas:
“Debajo
de las zonas bombardeadas por el
ejército, se encuentran cinco cadáveres en
estado de descomposición apresurada: el cadáver político de Luis Donaldo Colosio, el cadáver social del Programa de Solidaridad, el cadáver financiero de la política económica, el cadáver propagandístico de una estrategia de estabilidad social y política
con ajuste draconiano y el cadáver modernizador del
Tratado de Libre Comercio […] El cadáver político de Luis
Donaldo Colosio fue el primero que se encontró”[6].
Dos días después el periodista Miguel Ángel
Granados Chapa en su columna publicada en distintos diarios del país, Plaza
Pública, reitera la resurrección política[7] de
Camacho y delinea los elementos que definen la coyuntura política en lo que
respecta a la sucesión: el hecho de que la campaña de Colosio queda nublada
en su inicio como resultado de aquella resurrección, la apreciación ampliamente
compartida de la debilidad del candidato oficial justo cuando su campaña
arranca formalmente, el lugar central que adquiere la figura de Camacho, la
prioridad de los intereses en juego en las decisiones del presidente por encima
de los intereses de la campaña colosista, la posibilidad del reemplazo de
Colosio:
“Aparte
sus efectos trascendentes, las acciones del lunes y el miércoles fortalecen sin
duda al Presidente, pero han debilitado notoriamente a su candidato a
sucederlo, Luis Donaldo Colosio.
Nunca un
comienzo de campaña presidencial priísta fue tan deslucido –al menos en sus
repercusiones informativas- como el del ex secretario de Desarrollo Social, a
pesar de haber escogido para hacerlo una importante población hidalguense,
Huejutla de Reyes. El interés provocado por la estremecedora mudanza del
parecer presidencial sobre Chiapas, y la resurrección política de Manuel
Camacho nublaron con razón el comienzo de la gira colosista en la Huasteca […]
Es muy
remota la posibilidad de que se reemplazara la candidatura de Colosio, aunque
es evidente que la autopromoción de Camacho antes del destapamiento se ha hecho
realidad. El entonces regente de la ciudad de México aseguró que, en condiciones
de ingobernabilidad, sólo él podría manejar la situación. Y así está
ocurriendo”. [8]
La columna introduce otro elemento que gravita en
las condiciones políticas de ese momento: el fortalecimiento de la figura del
Presidente, que ocurre justo en el momento en que tendría que empezar a
eclipsarse en beneficio de quien sería su sucesor. Este factor está ligado a un
componente constante del rumor: el reemplazo de Colosio como candidato formaría
parte de una intención política deliberada de Salinas -que es el único que
tiene el poder para realizar ese cambio y quien nombró a Camacho como
Comisionado para la Paz y la Reconciliación. La posibilidad de ese reemplazo de
Colosio por parte de Camacho está ya planteada, por mucho que se la califique
de remota. De ahí en adelante, no sólo la figura del nuevo Comisionado
crecerá políticamente en detrimento de la de Colosio, sino que el regreso a la
vida política de uno será visto como la muerte política del otro.
Cuauhtémoc Cárdenas, candidato a la presidencia por
el Partido de la Revolución Democrática, declara en una entrevista con el
periodista Jorge Zepeda:
“Con la
designación de Camacho cambia también la correlación de fuerzas políticas al
interior del gobierno. De hecho reabre la designación del candidato oficial y
mucho influirá la manera en que se resuelva el caso de Chiapas. Es evidente que
se han dado nuevos alientos políticos a la figura de Manuel Camacho”.[9]
Cárdenas reitera lo que
constituye un punto de vista compartido extensamente por la clase política, los
analistas políticos, los periodistas y un gran sector de la sociedad: el
nombramiento de Camacho reabre la designación del candidato del partido en el
poder. El entrevistado comparte con muchos otros la opinión de que el desempeño
del Comisionado decidirá sus posibilidades como futuro candidato. Es
interesante tomar nota de que el encabezado que titula la entrevista con el
candidato de la izquierda es: “Chiapas, tumba del gobierno”. La frase,
entrecomillada, no aparece entre los dichos de Cárdenas en el texto de la
entrevista, con lo cual queda la ambigüedad sobre quién la pronunció, ¿el
entrevistado, el entrevistador o alguien más?, lo que le da el carácter de una
enunciación compartida. Una tumba es el lugar en el que se da sepultura
a un cadáver, ¿el del gobierno, el de Colosio o el del régimen de
Partido de Estado? Tal vez en este caso, en la situación de crisis política que
hace estallar el movimiento insurgente en Chiapas, los tres cadáveres coinciden
en la misma tumba.
Respecto a la eventualidad de que
Camacho se postule por un partido distinto al PRI, los candidatos
presidenciales de varios partidos de oposición se ven constreñidos a declarar
sobre su posible declinación a favor de aquél. Cuauhtémoc Cárdenas responde
cuando es interrogado al respecto que sólo un Congreso del PRD puede tomar esa
decisión, agregando con ironía: “Lo que sé es que Camacho es precandidato del
PRI y al único que está causando estragos es al candidato de su partido…”[10]; en otra
ocasión reitera que su postulación como candidato “está a disposición del
Congreso Nacional del PRD, y si allí, en forma democrática, deciden que sea
otro el candidato, pues no habrá ningún problema”, sin embargo añade que no
sabe quién respalde a Camacho, “creo que a quien debiera preocupar es al
licenciado Colosio y a su equipo”[11]. Álvaro
Pérez Treviño, aspirante a la presidencia de la República por el Partido
Auténtico de la Revolución Mexicana, niega la posibilidad de declinar a favor
de Camacho y sostiene que tal versión es “difundida por priístas inconformes
con la nominación de Luis Donaldo Colosio” y, esgrimiendo una frase que Salinas
ya había utilizado, demanda “a quienes fabrican esas versiones, que no se hagan
bolas”[12]. La
candidata del Partido Popular Socialista, Marcela Lombardo Otero afirma: “De
ninguna manera dejaré mi candidatura a la Presidencia de la República para
cedérsela a Manuel Camacho Solís”[13]. Por su
parte, Jorge González Torres, candidato presidencial del Partido Verde
Ecologista de México (PVEM), “aseguró que el tripartidismo del PRI, PAN y PRD
teme a una candidatura independiente –se refiere a la eventual de Camacho
Solís-, porque pone en peligro sus cotos de poder y concertacesiones”[14]; el
candidato ecologista se expresa a favor de una reforma de la ley electoral que
permita las candidaturas independientes y abiertamente se pronuncia por la
postulación de Camacho, planteando su propia declinación: “sí hay personas que
lo pueden hacer mejor que yo, el PVEM debe determinarlo” [15] –el sí
de la primera parte de esta frase es afirmativo y no condicional, como podría
dar a entender la segunda parte si se la toma como apódosis, lo que le da el
carácter de un acto de enunciación en el que el declarante declina de facto a
su candidatura, en favor de quien puede hacerlo mejor que él –lo que por cierto
encontraría su confirmación si se tratara ahí de un lapsus calami del
reportero o del tipógrafo.
Por lo que respecta a los
priístas, particularmente los miembros de la cúpula, su función es la de
afanarse en desmentir el rumor –lo que por cierto hacen con singular éxito: al
desmentirlo lo confirman. El célebre “no se hagan bolas”[16],
pronunciado por Salinas el 27 de enero en la residencia oficial de Los Pinos
ante gobernadores estatales y legisladores del PRI, buscando poner un alto a la
versión de un cambio de candidato en este partido, es tomado en los medios
políticos como un “redestape” que confirma la debilidad de Colosio y por lo
tanto relanza el rumor antes que detenerlo. Una semana antes del dicho de
Salinas, el líder del PRI en la Cámara de Senadores, Emilio M. González,
después de aseverar que la fuerza política de Colosio está fuera de duda
recalca: “Políticamente Colosio es potente, está en plena campaña y no hay nada
que lo pueda interferir”, para rematar diciendo: “La candidatura a la
presidencia de la república, es una posición que no tiene suplente”[17]. Esta
última aseveración podría ser suscrita por la inmensa mayoría de los priístas,
en la historia del sistema político que nació con su partido nunca ha ocurrido
que un candidato a la Presidencia de la República haya sido reemplazado por un
suplente, lo cual no excluye que también suscriban eso que su líder en el Senado
trata de negar: la duda respecto a la potencia política de Colosio, el hecho de
que existen interferencias en su campaña y la idea de que se encuentra en
marcha una operación política para colocar en su lugar a un suplente.
El principal encargado de desmentir
el pertinaz murmullo del cambio de candidato es Fernando Ortiz Arana,
presidente del PRI. Lo va a hacer en repetidas ocasiones: cuando reitera en
nombre de Colosio el compromiso de realizar una reforma política junto con las
fuerzas de la oposición, para garantizar “elecciones limpias, ejemplares, de
las que todos los mexicanos podamos sentirnos satisfechos” [18]; cuando
el candidato es registrado oficialmente en el Instituto Federal Electoral (IFE)
el 4 de marzo Ortiz Arana subraya: “Luis Donaldo Colosio es el único que cuenta
con el apoyo firme y convencido de sectores, organizaciones y dirigencia de
todo el país. El tiene la legitimidad política y estatutaria para encabezar a
nuestro partido en los comicios”[19]; una
semana después, cuando es presentado a los priístas el programa Propuesta y
compromisos de Luis Donaldo Colosio, el presidente de su partido insiste:
“se
encuentra [el PRI] inmerso todo el tiempo y en todas partes en una sola tarea:
llevar al triunfo al candidato del cambio con rumbo y responsabilidad, Luis
Donaldo Colosio […] El es el candidato de la certeza. En torno a él está toda
la fuerza del partido, toda nuestra capacidad política y toda la energía
transformadora del partido de la Revolución Mexicana” [20].
La retórica del régimen, en este
caso en boca de quien funge como presidente del Partido del Estado, pone el
acento en lo que justo en ese momento falta: la certeza. Ese es un rasgo
constante del discurso oficial, que provoca una incredulidad persistente en una
porción importante de los ciudadanos y los lleva a interpretar ese discurso
exactamente por lo contrario de lo que dice.
“El
registro oficial del candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI)
ante la máxima instancia electoral del país no ha sido suficiente para
contener, dentro y fuera de su propio partido, el insistente rumor de que Luis
Donaldo Colosio Murrieta no llegará al 21 de agosto como el abanderado de ese
instituto político.
Y si bien
casi se han agotado los tiempos políticos para un eventual cambio de candidato
en el Revolucionario Institucional, técnicamente aún es posible que el partido
del gobierno lance una carta que luce descabellada, pero no imposible, sobre
todo porque más que el rumor, cobra fuerza como una realidad de la política
mexicana la posibilidad de que el régimen salinista juegue con una doble candidatura.
[…] ante
una realidad que se antoja de desastre para los colosistas, los más altos
mandos de la política oficial barajan ya opciones, entre las que no se descarta
una doble candidatura: la oficial, con Luis Donaldo Colosio Murrieta a la
cabeza, y una segunda, presidida por Manuel Camacho Solís e impulsada por la
sociedad civil.
Y las
razones son muchas: ni dentro ni fuera del partido oficial ni dentro ni fuera
de México la candidatura de Colosio Murrieta convence. Más bien parece endeble,
pese a que el propio candidato ha realizado importantes esfuerzos por modificar
su discurso, por mostrarse más agresivo y por profundizar en los temas de
interés para los sufragistas.
Es ya un
lugar común señalar que Colosio Murrieta fue designado candidato para unos
tiempos que cambiaron radicalmente el 1 de enero de 1994 y cuyos efectos
golpearon a todos los partidos políticos, pero especialmente al partido del
gobierno. El levantamiento armado en Chiapas significó un cuestionamiento no
sólo al salinismo, sino a casi 65 años de gobiernos priístas […] El ex regente
no ha descartado sus posibilidades presidenciales, más bien con su trabajo en
Chiapas se sabe poseedor de un capital político único, que le reportaría a su
partido una posibilidad más viable para la contienda electoral del 21 de
agosto.
Por lo
pronto, mañana domingo, en la ceremonia del 65 aniversario del Partido
Revolucionario Institucional, se esperan nuevas pistas, hasta que intervenga
como orador el propio Manuel Camacho Solís, que ese acto signifique el parto
definitivo de la candidatura de Colosio Murrieta o su aborto”.[21]
Esta columna, publicada al día
siguiente del registro de Colosio, participa de eso mismo a lo que hace
referencia: la insistencia del rumor. Al mencionar esta insistencia de lo que se
dice, dentro y fuera del PRI, en el sentido de que Colosio no llegará al
día de las elecciones como candidato de ese partido, contribuye también a su
difusión y permite constatar la sobrevivencia del rumor al trámite del registro
oficial del candidato. El columnista precisa que según el Código Federal de Instituciones
y Procedimientos Electorales (COFIPE), Colosio podría ser sustituido
hasta el 22 de julio, es decir, un mes antes de las elecciones, lo que implica
que el lapso de incertidumbre se extiende hasta ese día. Aquí también se
reitera la apreciación de que la candidatura de Colosio no convence, su
debilidad, la versión de que Salinas y los altos mandos del poder estarían
jugando con una doble candidatura, situación en la que Camacho tendría mayores
posibilidades de triunfar, considerando su capital político y los nuevos
tiempos que, a partir de la rebelión armada en Chiapas, configuran un
cuestionamiento al gobierno de Salinas y al régimen priísta.
La columna antes citada también
explicita el método que orienta la construcción del rumor: al indicar que al
día siguiente, en la ceremonia de celebración de los 65 años del PRI, se
esperan nuevas pistas –por ejemplo que Camacho intervenga como orador-, deja
ver que el rumor se construye siguiendo el Paradigma Indicial del que habla
Carlo Ginzburg[22], es
decir, que examina detenidamente aquellos datos que puedan servir como indicios
que confirmen sus sospechas. Es en una cierta manera de seguir este método que
no podemos dejar de tomar nota de lo que la pista esperada pone en juego en
este caso: el parto o el aborto de la candidatura de Colosio –la
metáfora alude a una vicisitud de la filiación, y en efecto Colosio es
considerado “el hijo político de Salinas”; su designación está inscrita en la
línea de sucesión de la “familia revolucionaria”. Por otro lado, Aborto
es casi homófono de Aburto[23], el
apellido de quien va a asesinar a Colosio diecisiete días después del
aniversario del PRI. Aborto es la palabra con la que sus compañeros de
escuela nombran a Mario Aburto, en una operación en la que un insulto va a
sustituir al apellido de su portador. El insulto muestra su eficacia en la
medida en que afecta al ser del sujeto y con él a su cuerpo.[24]
La ambigüedad que Camacho
mantiene a lo largo de todo este tiempo es un factor determinante para dar
aliento a las especulaciones sobre su posible postulación como candidato
presidencial, ya sea dentro o fuera del PRI. El 22 de marzo Manuel Camacho
Solís comunica su decisión de no participar en las elecciones de ese año. Al
parecer la decisión es precipitada por el rumor de una caída en la bolsa de
valores o una devaluación de la moneda, que pueden ocurrir en la ya cercana
semana santa, y que serían atribuidas a la incertidumbre creada por la
indefinición de Camacho.
“Manuel
Camacho Solís anunció su determinación de no participar, en la actual contienda
electoral, ni siquiera para una posición en el Senado; aclaró que esa decisión
‘la adopté personalmente’, tomando como base los intereses republicanos del
país y porque ‘es más prioritaria la paz que una candidatura’. Aceptó que desea
ser presidente de la República, pero no a cualquier costo; por ello su postura.
Rechazó
que su posición tenga que ver con la reciente reunión que sostuvo con el
candidato del PRI a la Presidencia de la República. ‘Esta posición apenas la
tomé ayer 21 de marzo, aniversario del natalicio de Juárez; la adopté por el
interés republicano’”[25].
El Comisionado para la Paz y la
Reconciliación, que había traído la intranquilidad a la clase gobernante,
reconoce lo que “todo mundo” exclamaba a voz en cuello: su deseo de ser
presidente de la República. El anuncio de su desistimiento llega tarde: el mismo
día que esta declaración es publicada en los diarios de todo el país, Mario
Aburto da el paso que venía cavilando desde tiempo atrás: dispara sobre Luis
Donaldo Colosio. El rumor que aseveraba que éste no llegaría como candidato del
PRI al día de las elecciones encuentra la realización de sus designios.
Los textos periodísticos citados
hasta aquí permiten constatar la vasta difusión del rumor mencionado, su
abrumadora presencia en la sociedad. La insistencia de lo que ellos plantean
forma parte de la situación política en la que están tejidos y al mismo tiempo
es un rasgo constitutivo del rumor: éste sólo toma existencia por la
reiteración. En el caso que estudiamos, el rumor da pruebas de gran resistencia
al paso del tiempo, a los desmentidos, a las pruebas en contrario; pero esta
insistencia del rumor es también la de la incertidumbre que define una
situación política en la que está en juego el desenlace de la sucesión al
interior de la clase gobernante y el futuro de un régimen que agoniza junto con
una época. El rumor no es un agregado exterior a esta circunstancia política
sino que es uno de sus elementos constitutivos, pues no sólo toma nota
minuciosa de la agonía del enfermo sino que participa directamente de la
gravedad de su estado.
En el caso del rumor que afecta a
la candidatura de Colosio nadie puede ser señalado como su “autor”, tal como
corresponde a la estructura de un rumor. Aunque declaraciones públicas,
entrevistas, columnas, artículos de opinión o cartones políticos, aparezcan en
la prensa suscritos por alguien en particular, ninguno de esos nombres puede
ser identificado como autor de la o las versiones que difunde. Al hacer
referencia, comentar, constatar o desmentir el rumor lo transmiten, colaboran a
su circulación, como eslabones de una cadena de la cual no es posible localizar
su origen. Esos productos periodísticos constituyen la huella escrita de un
decir popular que corrió en otro tiempo, al que ya no tenemos acceso si no es a
través de sus rastros escritos, que al tener un carácter público participaron
en su momento de los circuitos de difusión del rumor.
Los textos e imágenes que en la
prensa transmiten la especie de que habrá un cambio de candidato en el PRI o en
el ánimo presidencial, muestran que no solamente existe una alimentación
recíproca entre canales formales e informales de circulación de esa versión
popular, sino dejan ver que el rumor mismo es noticia. La oposición noticia versus
rumor, sobre la cual construyen su estudio del tema Allport y Postman, en un
texto considerado clásico, se revela insostenible[26]. Para
estos autores sería posible bajo ciertas condiciones hacer una separación
nítida entre noticia y rumor, en donde la primera, cuando proviene de un medio
de comunicación de “reputación intachable”, está ligada a una verdad que se
conforma a los hechos objetivos, los cuales pueden ser verificados en una
realidad concebida positivamente; mientras que el segundo es el producto de una
deformación progresiva del “estímulo patrón” que es la noticia o la información
dada inicialmente, deformación que no se atiene a los hechos, pues está ligada
a factores subjetivos de los individuos que “distorsionan involuntariamente la
realidad”. Aunque estos estudiosos del rumor reconocen que también existen
noticias deformadas desde el principio -cuando los reporteros están sujetos a
factores de distorsión de la realidad, cuando recogen relatos de segunda mano o
cuando una noticia responde a intereses políticos o económicos-, no extraen
ninguna consecuencia de este hecho que cuestiona la oposición en la que fundan
sus planteamientos y de pasada vuelve insuficiente la diferencia entre vías
formales e informales cuando se trata de la difusión de un rumor.
En el caso que aquí estudiamos el
rumor no sólo no se distingue ni se contrapone a la noticia, sino que hace
noticia, la produce al involucrar extensamente en su transmisión a los medios y
a los sujetos de la acción política. En este aspecto, es necesario contar
además con el hecho de que la noticia es generada no sólo por los medios sino
también por las audiencias que la esperan, lo que introduce el fenómeno de la noticia
deseada: “Aquella en la que la opinión pública quiere creer”[27] –y nada
mejor que el interés creado por un rumor para responder a esa demanda en la que
el mercado orienta la acción de los medios. Al mismo tiempo, el rumor no se
limita a describir con mayor o menor fidelidad una circunstancia política, sino
que es parte integrante de ella, contribuye a su construcción: transforma la
correlación de fuerzas al interior del grupo gobernante y en las relaciones de
éste con el resto de las fuerzas políticas, profundiza la crisis del régimen
que se había iniciado tiempo atrás, reposiciona a los distintos aspirantes a la
Presidencia, altera la imagen pública de quien ha sido designado formalmente
como candidato oficial –v. gr. si el rumor insiste en la debilidad de Colosio
como candidato, más allá de que esa apreciación corresponda o no a la ubicación
relativa que él tiene en el juego político, termina por afectar su imagen ante
sus potenciales electores, lo deja en una posición de debilidad al quedar su
candidatura marcada por la incertidumbre[28]. El
rumor es un objeto que circula de boca en boca y que tiene efectos sobre el
objeto del que predica algo.
Las condiciones del rumor
No es posible dar cuenta del
origen de un rumor, el punto exacto en que inicia el primer eslabón de la
cadena permanece inaccesible a las operaciones del saber que pretenda asirlo;
sin embargo, en algunas ocasiones se pueden localizar las condiciones en las
que se produce, que son las mismas que hacen posible su circulación. En el caso
que venimos estudiando esas condiciones son:
- El
nombramiento de Manuel Camacho Solís como Comisionado para la Paz y la
Reconciliación, que le otorga un lugar privilegiado en la negociación de la
agenda política nacional.
- La
crisis del régimen desatada por la rebelión del Ejército Zapatista de
Liberación Nacional, que pone en riesgo la sucesión en el partido del Estado.
- La mayor
competencia política, que tiene como antecedente importante las elecciones
presidenciales de 1988, en las que Cuauhtémoc Cárdenas, el candidato de la
izquierda, se declara ganador al igual que Carlos Salinas.
- El
arribo de Salinas al poder después de un período de fuerte impugnación de los
resultados oficiales de esas elecciones; lo que desde el principio marca a su
gobierno con el sello de la ilegitimidad.
- El
incremento de la visibilidad de los actos políticos, debido entre otras cosas a
la flexibilización de los rasgos autoritarios del régimen y a la mayor apertura
de los medios de comunicación[29].
- La
conservación de una parte importante del poder de Salinas como presidente en
funciones, que no se eclipsa frente al candidato oficial, conforme a lo que
marca la tradición al final de cada sexenio. La crisis política lleva a Salinas
a compartir con el Comisionado para la Paz el control de puestos clave del
gabinete (Gobernación, Procuraduría General de la República, Regencia del
Distrito Federal), en lugar de hacerlo con aquel a quien ha designado como su
sucesor.
- La
existencia de un rival de facto que está en condiciones de disputarle la
candidatura presidencial a Colosio, cuyo estatus de candidato queda entonces en
suspenso al reabrirse la pugna por la sucesión al interior de la clase
gobernante.
Todas estas condiciones vuelven
verosímil a un rumor que tiene distintas versiones que comparten un elemento:
Colosio no va a llegar a las elecciones como candidato del PRI, algo le va a
pasar antes de esa fecha y va a ser suplido o sustituido por Camacho; o bien,
Camacho va a convertirse en un candidato alterno a la presidencia de la
República, lanzando su candidatura por un partido distinto al PRI. La primera
modalidad supone que a Colosio lo van a enfermar, lo van a obligar a renunciar
o lo van a desaparecer; la segunda supone que Camacho concreta su candidatura
alterna con el apoyo velado de Salinas. Lo que ambas versiones comparten es que
existe una conspiración de Salinas y/o de las altas esferas del poder estatal,
sea para sustituir a Colosio por Camacho en la candidatura del PRI, sea para
lanzar al segundo como candidato por otro partido –lo que en la lógica de
construcción de este rumor equivale a otra forma de sustitución: Camacho
sustituye a Colosio en la omnipotente voluntad presidencial, lo que equivale a
quitar a éste del camino, pues sin el apoyo del Presidente el candidato priísta
está condenado a perder las elecciones. Antes del asesinato de Colosio
predomina la versión de que Salinas decide cambiar de candidato porque aquél no
tiene posibilidades de ganar en el entorno de la crisis creada por la
insurgencia zapatista; después del magnicidio va a predominar la versión de que
es el rompimiento de Colosio con Salinas lo que lleva a éste a cambiar de
parecer, pues aquel a quien había designado como su sucesor se le salió de
control –para esta versión, que ya empezaba a circular antes de la muerte de
Colosio, el autor intelectual del magnicidio es Salinas.
Suplir, sustituir, reemplazar, aparecen en las
notas periodísticas que transmiten el rumor popular. Son verbos cuyo sentido se
recubre parcialmente, que con frecuencia se usan como sinónimos. Sin embargo,
conviene tener en cuenta algunos matices que introducen diferencias entre
ellos. Mientras que en la palabra sustituir está presente el sentido de
“Poner a alguien o algo en lugar de otra persona o cosa”[30], “Poner
una cosa o persona en el sitio en que estaba otra que ya no está o que se
quita”[31], y reemplazar
se define por referencia a la anterior -“Sustituir algo por otra cosa, poner en
su lugar otra cosa que haga sus veces”[32]-, en suplir
se añade un matiz que remite a algo que falta: “Cumplir o integrar lo que falta
en algo, o remediar la carencia de ello”[33], “Añadir
en un sitio una cosa que falta” o “Hacer una persona o una cosa el papel de
otra que falta”, incluso “Disimular ante una persona una falta de otra”[34].
La distinción anterior es importante porque cuando
el rumor hace de Camacho un candidato suplente, hace aparecer al mismo
tiempo la dimensión de una falta o una carencia. Es posible que la suplencia
que se espera de Camacho indique que está suspendida, en el sentido de quedar
sin efectos, la candidatura de Colosio. Esto equivale a que de facto
–mas no de iure- en el PRI no hay candidato; la crisis del régimen ha
dejado suspendido ese estatus de Colosio. Éste fue destapado siguiendo las
reglas de sucesión de la ortodoxia priísta, por derecho es el candidato oficial
del régimen, pero no es el candidato de un partido que después del primero de
enero de 1994 puede perder las elecciones ante una correlación de fuerzas
inédita, que tiene que competir con otros partidos, como nunca lo había hecho,
para ganar la presidencia de la República; no está dado de antemano que Colosio
reúna las condiciones que requiere el candidato de este nuevo partido que ya no
es el del destape como mecanismo infalible de sucesión. Por un lado, es en esa
carencia de candidato en la que encuentra apoyo la versión de que Camacho es el
candidato suplente; por el otro, en la medida en que la estructura de la nueva
situación política hace aparecer las dudas respecto a las capacidades de
Colosio para llegar a la presidencia, la candidatura de Camacho apuntaría a
suplir las faltas de aquél[35] –de ahí
que se subraye la habilidad negociadora del Comisionado para la Paz, su
destreza para construir consensos con las fuerzas de oposición, su capacidad
para conducir la transición a la democracia: “Camacho ha ratificado, ante esos
sucesos, ser un político para la crisis, particularmente
política, que es la que ahora se nos vino encima”[36].
La pretensión de suplencia que el rumor pone en
juego en esta ocasión, al buscar “remediar la carencia” de algo o de alguien,
hace visible lo que trata de “simular”[37],
resaltando la inviabilidad de la candidatura oficial, que ya no responde a un
horizonte político que es distinto al que le dio nacimiento –lo cual deja a
Colosio en una posición riesgosa, careciendo no sólo del apoyo presidencial
sino del soporte del aparato del partido de Estado. En este caso, la suplencia
nunca se lleva a cabo, resulta impracticable dada la maraña de intereses
políticos que intervienen en ese momento. Por otra parte, si el desenlace de
esta historia se enfoca desde la perspectiva de la sustitución –“poner a
alguien en el lugar de otra persona”-, los sucesos posteriores muestran la
imposibilidad de cualquier intento de sustituir a un sujeto por otro, el
fracaso de ese “poner en el lugar de…”[38]: Camacho
no fue tampoco el “candidato sustituto” y el nombramiento de un nuevo candidato
priísta que ganara las elecciones tuvo que pagar el precio de la vida de
Colosio.
Importancia y ambigüedad
En el decir popular que afecta a
la candidatura de Colosio podemos encontrar también las dos condiciones básicas
que Allport y Postman postulan para la transmisión de un rumor:
“El rumor
corre cuando los hechos acaecidos tienen importancia en la vida de los
individuos y cuando los detalles que les llegan al respecto son incompletos o
subjetivamente ambiguos. Puede residir la ambigüedad en que el hecho no sea
narrado en forma clara, o en las versiones contradictorias del mismo, o en su
incapacidad de comprender la noticia recibida”[39].
Importancia y ambigüedad
en una relación que “no es aditiva sino multiplicativa, puesto que con importancia
o ambigüedad igual a cero, no hay rumor”[40]. En
nuestro caso clínico la ambigüedad tiene el triple carácter mencionado en la
cita: el hecho no es narrado en forma clara (v. gr. no quedan claras para el
ciudadano común las razones de que el nombramiento de Camacho sea sin devengar
un salario, lo que de facto lo habilita para ser candidato presidencial); las
versiones del mismo son contradictorias (por un lado el “No se hagan bolas, el
candidato es Colosio”, además de los desmentidos de los dirigentes priístas;
por el otro una andanada de comentarios que desde múltiples flancos aseguran
que Colosio va a ser sustituido como candidato); incapacidad de comprender la noticia
recibida (tanto para los miembros de la clase política como para los de la
llamada sociedad civil es incomprensible la ambigüedad de Camacho como
el hecho de que Salinas “no lo ponga en orden”). El factor clave para que el
rumor se afiance parece ser la falta de credibilidad de las noticias que desde
la versión oficial del gobierno se difunden[41]-lo que
por cierto constituye un rasgo característico de la cultura política en México.
Frente a esto el rumor se torna creíble, además de que proporciona una
explicación que le da sentido a lo que de otro modo resulta incomprensible.
La importancia de este rumor está
ligada a las condiciones del entorno político en el que se produce: el futuro
de la cosa pública, la res pública, está en juego para el grupo
gobernante, el conjunto de la clase política y la sociedad civil, tal como
corresponde a una circunstancia en la que el poder de un régimen enfrenta el
riesgo de derrumbarse. Quién va a gobernar y bajo qué reglas de ejercicio del
poder estatal, es la cuestión que está por resolverse en ese momento. El rumor
está enlazado a los intereses de quienes participan de algún modo en su
transmisión, es interesado. Por lo mismo, parece no sólo superfluo sino
inconveniente intentar una clasificación de los columnistas, articulistas y
reporteros –en el caso de los políticos profesionales por lo menos es explícito
desde qué lugar del espectro político e ideológico hablan- citados a propósito
de la difusión del rumor, pues además de parcial, una clasificación así
conduciría a una investigación policíaca -¿con quién simpatiza el susodicho?,
¿cuáles son sus nexos políticos abiertos o encubiertos?, ¿recibe algún
beneficio económico o político de alguna de las partes?. Por supuesto, se puede
sospechar que quienes desde la prensa participan en la transmisión de un rumor
lo hacen en respuesta a intereses específicos, más aún cuando están en juego
asuntos de orden político; no obstante parece conveniente acercarse a estos
textos aparecidos en los diarios con la actitud de un lector incauto, que
constata la expansión social del rumor, sin estar necesariamente advertido de
las filiaciones políticas de aquellos a quienes lee; en todo caso no más
advertido de lo que le permiten los enunciados que está leyendo. De un rumor se
puede decir que sólo se mantiene como tal a condición de que excluya de su
enunciado las huellas de su enunciación[42]. En
otras palabras, la posición subjetiva de quien lo transmite debe quedar
eclipsada en favor de lo que transmite.
Verosimilitud y creencia
La verosimilitud de un rumor está ligada a la
credibilidad que puede convocar para sostenerse, credibilidad que queda
delimitada por un régimen particular de verosimilitud, el que a su vez está
ligado a las condiciones culturales que definen reglas y circunstancias
sociales que delimitan las fronteras de lo verosímil, y por lo tanto de lo
creíble, en una sociedad determinada[43].
Por otro lado, no parece suficiente en nombre de la
verdad enunciar negativamente: “La verdad es que no hay ningún saber sobre el
rumor; no hay más que una tendencia general a creer en fenómenos sociales
cuasi-sobrenaturales”[44]. Esta
posición evita hacer frente a la dificultad que plantea la creencia, haciendo
de ella un objeto del que hay que desconfiar. Para tener un punto de referencia
que permita orientarse de otro modo, es necesario tener en cuenta un rasgo
clínico de la creencia:
“En
efecto, si no hay creencia que sea plena y entera es porque no hay creencia que
no suponga en su raíz que la dimensión última que tiene que revelar es
estrictamente correlativa al momento en que su sentido va a desvanecerse”[45].
A la creencia invariablemente le falta la plenitud.
Algo en el sentido que tiene para aportar se mantiene en estado vacilante,
desde el momento en que no puede asegurar enteramente la existencia del objeto
en el que cree, ese sentido puede disiparse -como ocurre con la creencia en
Dios, en la que permanece un margen desde el cual se puede sostener que él no
existe[46]. La
creencia es correlativa de la suposición de que a su objeto puede faltarle la
existencia. Esto es lo que le da a la creencia su carácter inacabado, lo que la
lleva a insistir en la búsqueda reiterada de las pruebas en las que pueda
sustentarse. Es por esto también que el crédito que el rumor encuentra, y que
está ligado a su verosimilitud, tiene que ser reanimado a cada paso por los
indicios que prueban la versión transmitida. Que tenga que insistir muestra que
no logra concluir su tarea. Así, el rumor de una maniobra orquestada por
Salinas para quitar del camino a Colosio –especie que circuló antes y después
del asesinato- se sostiene en la creencia de una conspiración infalible, que
alcanza sus propósitos con perfección, sin dejar ningún rastro en el que se
pueda comprobar categóricamente su existencia, basada por lo tanto en un poder
omnímodo atribuido al entonces Presidente –facultad que excede con mucho a la
circunstancia política en la que justamente el poder presidencial queda
sometido a condiciones inéditas que reducen drásticamente su capacidad de
maniobra. Se puede decir que la persistencia del rumor es directamente
proporcional a la falta de aquella prueba última, que sería la del poder absoluto
de Salinas y al mismo tiempo la de su culpabilidad.
El chiste
El rumor comparte algunos rasgos con el chiste, tal
como éste ha sido abordado por el psicoanálisis. La siguiente cita de Freud
sobre el Witz nos proporciona una primera indicación:
“…es
lícito recordar el peculiar atractivo, y aun la fascinación, que el chiste
ejerce en nuestra sociedad. Un chiste nuevo opera casi como un evento digno del
más universal interés; es como la novedad de un triunfo de que unos dan parte a
los otros”[47].
El universal interés que despierta un chiste
es muy similar al que despierta un rumor en la sociedad en la que circula: en
éste también aparece el atractivo y aun la fascinación propia de la
novedad. En algunos casos, particularmente cuando lo que dice el rumor
involucra el desprestigio de alguien, toma igualmente la connotación de un
triunfo para quien lo transmite.
Tanto el chiste como el rumor corren “de boca en
boca”, lo que no excluye su circulación en la prensa –de hecho Freud utiliza
para su estudio de la técnica del chiste ejemplos tomados de la prensa vienesa.
Esa modalidad de difusión determina que en ambos casos la localización de un
“autor” sea problemática. En el caso del chiste sólo en algunas pocas ocasiones
es posible identificar a un “autor”, para el resto se puede decir con Freud:
“La gran mayoría de los chistes, en particular los nuevos, producidos a raíz de
las ocasiones del día, circulan anónimamente”[48].
Mientras que en el caso del rumor, está en su estructura misma el hecho de que
no es posible señalar a su autor, de lo contrario deja de serlo para
convertirse en otra cosa -por ejemplo, en la opinión de alguien en particular.
La oposición autor versus anónimo resulta
difícil de aplicar en este terreno[49], en la
medida en que chiste y rumor vienen del campo del lenguaje, del que justamente
no se puede decir que posea un autor o que sea anónimo, ya que no se presta a
ningún régimen de propiedad. Su origen es radicalmente desconocido y precede en
la existencia a todo el que habla. Las palabras con las que cada sujeto habla
le han sido transmitidas siempre por Otro, participan de la alteridad absoluta
del lenguaje que lo habita; en este sentido son palabras impuestas:
“Cómo es
que no sentimos todos nosotros que las palabras de las que dependemos nos son
de alguna manera impuestas. Es precisamente en eso que lo que se llama un
enfermo va algunas veces más lejos que lo que se llama un hombre normal. La
cuestión es saber por qué un hombre normal, llamado normal, no se da cuenta que
la palabra es un parásito; que la palabra es un enchapado; que la palabra es la
forma de cáncer por la cual el ser humano está afligido. ¿Cómo es que hay quien
llega hasta a sentirlo?”[50]
Con estas frases Lacan hace referencia en su
seminario del 17 de febrero de 1976 a una presentación de enfermo que tuvo a su
cargo unos días antes. El sujeto a quien entrevista en esa ocasión tiene la
experiencia de lo que él mismo llama palabra impuesta; se trata de
palabras que “se imponen a su intelecto”[51], en las
que no se reconoce como habiéndolas pensado o enunciado. Es en esto que el enfermo
va más lejos que el normal: éste no se da cuenta que las palabras de las
que depende para hablar le son impuestas, que se alojan en él al modo de un
parásito. Esta relación que el humano tiene con el lenguaje determina que al
hablar diga más de lo que se propone, que sólo pueda tener un control precario
sobre lo que dice o quiere decir y sobre lo que otros le transmiten con su
decir.
Lo anterior delinea una estructura en la que el
rumor y el chiste comparten algunos elementos. En el chiste alguien tiene una
ocurrencia ingeniosa, la que a su vez le cuenta a otro, a quien le corresponde
validar ese dicho como un chiste –con su risa-, para reiterar a su vez el
procedimiento. Cuando el chiste es tendencioso, por ejemplo hostil, aparece un
otro adicional, aquél del que el chiste hace escarnio[52]. Tenemos
entonces una combinación de por lo menos tres o incluso cuatro elementos: dos
sujetos que entran en la circulación de la agudeza, más el dicho que la
constituye, que puede referirse a otro más. La intervención del Otro es aquí
constitutiva: por un lado, el “creador" del chiste ocupa él mismo el lugar
del Otro en la medida en que es sorprendido por una ocurrencia que le cae
encima, que se le impone desde la alteridad del lenguaje; por otro lado, su
dicho sólo adquiere el estatuto de chiste al ser sancionado por el Otro cuando
ríe. Esta autentificación por el Otro no es solamente el reconocimiento que
aporta la risa del interlocutor, sino que implica que este efecto hilarante es
posible porque lo que se dijo es registrado en el lugar del Otro como un
mensaje que escapa a las convenciones del código de la lengua, provocando por
el equívoco significante la creación de un sentido nuevo[53]. El
chiste entonces siempre viene del Otro y su circuito sólo se cumple con su
comunicación a Otro:
“… nadie
puede contentarse haciendo un chiste para sí solo. Es inseparable del trabajo
del chiste el esfuerzo a comunicar este; y ese esfuerzo es incluso tan intenso
que hartas veces se realiza superando importantes reparos. También en el caso
de lo cómico depara goce la comunicación a otra persona; pero no es imperiosa,
uno puede gozar solo de lo cómico dondequiera que lo encuentre. En cambio, se
ve precisado a comunicar el chiste; el proceso psíquico de la formación del
chiste no parece acabado con la ocurrencia de él; todavía falta algo que
mediante la comunicación de la ocurrencia quiere cerrar ese desconocido
proceso”[54].
También en el rumor aparece esa tendencia
apremiante a transmitir a Otro lo que a su vez viene del Otro. Es ese circuito
lo que constituye al rumor como tal. En su estructura tenemos en juego por lo
menos cuatro elementos: alguien le cuenta algo a otro, que a su vez se lo
cuenta a otro. Hay tres sujetos que toman parte en la transmisión del rumor,
más lo que éste predica –acerca de un suceso (v. gr. un sismo, una guerra, una
caída en la bolsa) y/o acerca de alguien(es) (v. gr. Colosio va a ser
sustituido como candidato por Camacho); estas dos modalidades del predicado
involucran siempre la participación o la suerte de otro(s). Tanto en el chiste
como en el rumor los componentes que los constituyen están anudados de tal
manera que si uno de ellos se desanuda todos los demás se sueltan, lo que
conforma una estructura borromea que al deshacerse provoca la pérdida de
vigencia del chiste o del rumor en cuestión.
El rumor circula en la voz popular, es transmitido
a título de “dicen”, “se dice”, es una de las modalidades de presentación de la
voz del Otro –la expresión latina Vox pópuli, vox Dei proporciona una
indicación sobre esa presencia del Otro en el rumor y sobre la creencia que le
otorga su verosimilitud[55]. Esa voz
está más allá de cualquier individuo, y al mismo tiempo cualquiera está en
condiciones de transmitirla, cualquiera puede ocupar ahí el lugar del Otro,
pues el crédito que el rumor encuentra no se sostiene en el aval dado por el
nombre propio de un presunto autor. Sin embargo, para poder participar con
otros en la difusión de un rumor se requiere formar parte de un horizonte
cultural compartido con ellos. Este es un rasgo adicional que el rumor comparte
con el chiste, de tal modo que para aquél vale lo que Freud dice para éste:
“Así, cada chiste requiere tener su propio público, y reír de los mismos
chistes prueba que hay una amplia concordancia psíquica”[56].
El público de un rumor constituye también una
comunidad de intereses, de ahí que el terreno de la política sea fértil para el
surgimiento y circulación de rumores entre quienes comparten su carácter de
ciudadanos o de miembros de una colectividad organizada por cierto régimen
político. Nuevamente aquí la referencia al chiste nos aporta una orientación:
“Es harto
común que circunstancias exteriores estorben el denuesto o la réplica
ultrajante, tanto que se advierte una muy notable preferencia en el uso del
chiste tendencioso para posibilitar la agresión o la crítica a personas
encumbradas que reclamen autoridad. El chiste figura entonces una revuelta
contra esa autoridad, un liberarse de la presión que ella ejerce. En esto
reside también el atractivo de la caricatura, que nos hace reír aun siendo
mala, sólo porque le adjudicamos el mérito de revolverse contra la autoridad”[57].
El rumor es también, como el chiste, un recurso en
contra del poder político. En la medida en la que viene del campo del Otro, el
rumor escapa a las distintas formas de control: sea el de las convenciones
sociales que regulan lo que puede o no ser dicho; sea el de la ciencia que
pretende explicarlo, predecirlo y controlarlo -“El rumor no posee ninguna
característica permanente que uno espera de un objeto de la ciencia”[58]-; sea el
del poder político que busca suprimirlo o contrarrestarlo a través de la
censura, la propaganda o el discurso oficial y oficioso. En este aspecto, la
murmuración popular proporciona una vía de reivindicación de los sectores
sociales subordinados frente al poder estatal, una vía que le permite a esos
sectores conservar una parte de poder sobre la cual el régimen político que los
gobierna no tiene dominio. El denuesto, la diatriba y la caricatura que
escarnece –como en el caso del cartón político, que en México pertenece a una
larga tradición opositora-, son formas de degradación del amo[59], como
único recurso contra su poder y los privilegios que recibe de él, en las que el
participante en la reiteración del rumor encuentra un goce cercano al de lo
cómico: el que se desprende de la operación de desenmascarar, por la vía de su
ridiculización, la dimensión fálica del poder, ahí donde éste se presenta como
lo que no es o con una potencia que no le corresponde[60]. En este
sentido se puede afirmar que el rumor “dice más de lo que parece decir”[61]. En la
especie que pone en duda la candidatura de Colosio no está ausente ese propósito
de ridiculizarlo y de denostarlo[62], al
poner en entredicho sus capacidades para hacer frente a la crisis del régimen y
al insistir en su debilidad política, oponiéndola a “la potencia” que los
jerarcas del partido oficial le atribuyen.[63] Después
del crimen que terminó con su vida se volvió “políticamente incorrecto” hacer
mención de esas carencias, si no es que hasta sospechoso de participación en el
complot magnicida.
El interpretador
El rumor popular es igualmente una manera de
construir una versión del hecho político distinta a la del poder estatal, una
versión que hace aparecer las fracturas de ese poder y su discurso, al tiempo
que provee una explicación que ofrece la certidumbre de un sentido que pretende
ser pleno. Para lograr este objetivo, el rumor se basa en el pequeño indicio
para desconfiar de la versión oficial y producir otra que va en sentido
contrario. Es posible que a mayor compulsión estatal, mayor sea la propagación
de esta estrategia, como ocurre en el ámbito de la prisión política:
“En ese
mundo, donde los signos están prohibidos o rigurosamente controlados, todo es
signo y mensaje: todo es inevitable y enfáticamente significante. Y a su vez
todo preso político se convierte, desde que se incorpora al medio carcelario,
en un lector, un descifrador, un hermeneuta hipersensibilizado”[64].
Esa situación en la que todo es signo que se presta
a ser descifrado, corresponde a la forma de proceder de lo que Sérieux y
Capgras llaman el interpretador[65]. La
encontramos operando a lo largo de la circulación del rumor que anticipa el
final de la candidatura de Colosio, en donde tal vez la información que se
refiere a ese asunto no está prohibida, pero el discurso oficial del régimen se
empeña tanto en desmentir el rumor, que consigue profundizar la sospecha con la
que comúnmente son recibidas sus versiones, tanto por la población en general
como por una fracción importante de la clase política. Este factor, sumado a
las condiciones políticas que le dan verosimilitud al rumor, va a generar un
ambiente de suspicacia en el que la masa de información ambigua y
contradictoria va a proporcionar abundantes indicios para confirmar una versión
que afirma lo que los voceros del régimen niegan. Aquí ningún detalle es
superfluo, todo es potencialmente un signo que demanda ser interpretado.
El asesino de Colosio forma parte del público del
rumor, está incluido en esa comunidad de intereses a la que le preocupa el
futuro del régimen, como lo permiten colegir sus inquietudes políticas, la
información que posee sobre el régimen y la coyuntura política en la que éste
se encuentra –véase su Libro de Actas[66]-, además
de su interpretación singular en el sentido de que en el lugar del crimen
“posiblemente había más gentes ahí con armas de que iban a hacer lo mismo”[67] –es
decir, cómplices de una conspiración en la que él no participa, pero que
también buscan eliminar al candidato. En este caso, el magnicida no solamente
está al tanto del rumor, pudiendo participar de su transmisión como cualquiera,
sino además deja ver que está tomado por esa forma de la voz del Otro hasta el
punto de comprometerse en un acto que le da consistencia real. Al hacerlo, sale
de esa condición de cualquiera, para suscribir con su nombre la
realización del rumor: Aburto.
Publicado en: Artefactos, No. 1, 2009. pp. 205-235.
[1] Froissart P. La rumeur. Histoire et
fantasmes. Paris, Belin; 2002. p. 111. Para lo que sigue es
pertinente tener en cuenta una observación de este autor en el sentido de que
el término rumor sufre un cambio en su utilización a partir del siglo XX: “Desde 1902, la significación de
la palabra ‘rumor’ cambió. Bajo el impulso de los trabajos de Stern, que
imitaba ‘las condiciones del rumor en que cada una de las personas
participantes debía dar a la persona siguiente lo que había escuchado de la
persona precedente’, un
lazo es establecido entre un modelo experimental y el objeto modelado. De esta
confusión entre el dispositivo y el concepto nació la noción moderna de rumor:
la replicación, la tendencia a la deformación, el mensaje inicial, la aparente
perfección del mensaje inicial, y todas esas características que, una vez
reunidas, dan lugar a una nueva acepción. Hablar de rumor antes del siglo XX es
pues peligroso: se arriesga el anacronismo que consiste en hablar de
romanticismo antes del siglo XIX, o de progreso antes del siglo XVIII”. Ibíd.
p. 68 (la traducción es mía: F. M.)
[2] Un joven obrero, de nombre Mario
Aburto Martínez, es detenido en el momento del crimen y posteriormente será
juzgado y sentenciado como responsable de asesinar a Colosio. Las
investigaciones ulteriores, tanto judiciales como periodísticas, no han podido
comprobar la existencia de una conspiración para asesinar al candidato. El
lugar de Aburto en este magnicidio es abordado en: Meléndez F. “Un sacrificio
para salvar a la Patria”. Non nominus, no. 7, noviembre 2007. pp. 3-18.
Aquí, por limitaciones de espacio, me ocupo solamente del rumor que antecedió a
la muerte de Colosio; los rumores subsiguientes –de una conspiración desde el
poder para asesinarlo y de la suplantación del verdadero asesino-, son objeto
de un trabajo posterior.
[3] El 28 de noviembre de 1993
Colosio es “destapado” como candidato del Partido Revolucionario Institucional.
Camacho se inconforma, no acude a felicitar al triunfador, como marcaban los
rituales de la tradición sucesoria del régimen de partido de Estado, y renuncia
al puesto de Regente del Distrito Federal, que desempeñaba como miembro del
gabinete de Salinas. En el momento de ser
nombrado Comisionado para la Paz, Camacho se desempeñaba como Secretario de
Relaciones Exteriores, puesto al que llegó por un acuerdo con el Presidente
después de la renuncia mencionada.
[5] El
pequeño recuadro en al lado inferior derecho del cartón muestra al recién
removido Secretario de Gobernación -quien ocupaba este cargo al haber
solicitado licencia el año anterior como gobernador justamente del estado de
Chiapas- Patrocinio Gonzáles Garrido, cruzando el umbral de una puerta con la
inscripción Grupo 24 hs., GA, Grillos Anónimos. Es recibido por Fernando
Gutiérrez Barrios, también Secretario de Gobernación en la administración de
Salinas desde 1988 y removido en 1992. El nombramiento de Camacho como
Comisionado para la Paz estuvo acompañado del nombramiento de Jorge Carpizo
como Secretario de Gobernación, quien se desempeñaba hasta ese momento como
Procurador General de la República, y como nuevo Procurador es nombrado Diego
Valadés. Ambos nombramientos, que tienen una importancia estratégica en la
coyuntura política, son considerados posiciones políticas de Camacho.
El otro recuadro muestra
a quien fuera Procurador General de la República, Ignacio Morales Lechuga,
cuando explotaron ocho kilómetros del drenaje de la ciudad de Guadalajara, el
22 de abril de 1992. El entonces Procurador estaba encargado de las
investigaciones para encontrar a los responsables de las explosiones,
provocadas por el derrame de cientos de litros de gasolina, que dejaron un
saldo oficial de 210 muertos. En el cartón Morales Lechuga no se ha enterado
todavía que Carpizo ya no es Procurador y que en ese cargo se desempeña ahora
Diego Valadés. Atrás aparece “el baboso”, personaje creado por el cartonista
Falcón, quien está a la espera de los resultados de las mencionadas
investigaciones.
[6] Ramírez C. “Indicador Político.
Chiapas: otros cadáveres”. El Financiero, 1994, enero 11. (Las negritas
corresponden al original). El comentario con el que inicia la cita de la
columna se refiere a los supuestos bombardeos que el ejército mexicano llevó a
cabo en las zonas de Chiapas ocupadas por los insurgentes –bombardeos que el
gobierno de Salinas niega reiteradamente haber realizado.
[7] Federico
Arreola comenta que en el equipo de Colosio desde el primer día de la campaña,
que fue también el de la designación de Camacho como Comisionado, apareció la
amenaza del “fantasma de un candidato alterno”. En el fantasma está
presente la posibilidad de la resurrección. Cf. Arreola F. Así fue. La historia detrás de la
bala que truncó el futuro de México. México, Nuevo Siglo Aguilar; 2004. pp.
20-21.
[9] Zepeda J. “Chiapas, tumba del
gobierno”. Siglo 21. 1994, enero 18.
[10] Agencias/DF. “No declinaré a
favor de Camacho, dice Cárdenas”. Siglo 21. 1994, enero 21.
[11] Caballero A. “Camacho podría
promover la reforma electoral: Cárdenas”. La Jornada. 1994, marzo 12.
[12] Martín R. y Chim L. “Niega el
candidato del PARM que piense declinar a favor de Camacho”. La Jornada.
1994, marzo 8.
[13] Rodríguez Guzmán J. “Repudia
Marcela Lombardo las reuniones de Carpizo con líderes de PRI, PRD y AN”. El
Universal. 1994, marzo 17.
[14] Casas D. “JGT: peligrarían cotos
de poder de darse una candidatura independiente”. El Universal. 1994,
marzo 15 (la frase entre guiones corresponde al original).
[15] Casas Sauceda D. “Pide González
Torres que Camacho se postule, se den coaliciones y segunda vuelta electoral”. El
Universal. 1994, marzo 18.
[16] Agencias. “¡Que no se haga bolas
nadie!, Colosio es el candidato, dice Salinas”. Siglo 21, 1994, enero
28.
[17] Agencias. “La fuerza de Colosio
está fuera de duda, dice Emilio M. González”. Siglo 21. 1994, enero 20.
[18] Rivera, M. A. “Clase política”. La
Jornada. 1994, marzo 4.
[19] Rodríguez, R. y Martínez, N.
“Colosio, registrado; ‘unidad en el PRI’”. “‘Yo no he hecho de Chiapas botín
político’, sería reprochable señala”. La Jornada. 1994, marzo 5.
[20] “Apoyar a su candidato, única
tarea priísta: Ortiz Arana”. La Jornada. 1994, marzo 12.
[21] Alemán, R. “Clase política”. La
Jornada. 1994, marzo 5 (Los corchetes son míos.).
[22] Cf. Ginzburg C. Mitos,
emblemas e indicios. Morfología e historia. Barcelona, Gedisa; 1999. Más adelante desarrollaré la relación existente entre este paradigma y
el discurso del interpretador –tal como lo plantean Sérieux y Capgras-, a
propósito de la teoría de la conspiración que acaba por tomar cuerpo después
del asesinato de Colosio.
[23] La
primera vez que escribo Aburto en mi computadora aparece subrayado en
rojo. El programa instalado en la máquina me indica como primera opción que hay
que cambiarlo por… Aborto.
[24] Sobre la eficacia del insulto
cf. Butler J. Lenguaje, poder e identidad. Madrid, Editorial Síntesis;
2004.
[25] González V. “No participaré en
la actual contienda electoral: Camacho”. El Universal. 1994, marzo 23.
Según había trascendido, Colosio y Camacho habían tenido recientemente (el 17
de marzo) una reunión en la que habían llegado a algunas coincidencias, entre
ellas la posibilidad de una “alianza estratégica para la transición
democrática”. Cf. Márquez E. Por qué perdió Camacho. Revelaciones del azor
de Manuel Camacho Solís. México, Océano; 1995. p. 201.
[26] Cf. Allport G. W. y Postman L. Psicología
del rumor. Buenos Aires, Editorial psique; 1967. Es interesante tomar en
cuenta que este libro fue editado por primera vez en los Estados Unidos en
1947. La guerra recién terminada imponía en ese país la tarea de combatir la
propaganda enemiga, principalmente de origen nazi. Para una crítica de la
posición de estos investigadores cf. Zires Roldán M. Voz, texto e imagen en
interacción. El rumor de los pitufos. México, Universidad Autónoma
Metropolitana Unidad Xochimilco-Miguel Ángel Porrúa; 2001 –particularmente el
capítulo I titulado: De lo verdadero a los diferentes regímenes de
verosimilitud.
[27] Wiñazki M. La noticia
deseada: Leyendas y fantasmas de la opinión pública. Buenos Aires, Marea;
2004. p. 9.
[28] En este caso el rumor no se
reduce a una “expresión constatativa” en el sentido de Austin; habría que
estudiar la relación de un rumor como el que nos ocupa con lo que este autor
llama “expresión performativa”, es decir, delimitar lo que se podría situar
como la dimensión performativa del rumor, lo que éste hace al decir
reiterativamente lo que dice –aquí es preciso tener en cuenta la crítica y
problematización que Judith Butler hace del performativo de Austin. Cf. Austin
J. L. Cómo hacer cosas con palabras. Barcelona, Paidós; 1971. También
cf. Butler J. Lenguaje, poder e identidad. Madrid, Editorial Síntesis;
2004.
[29] Fundamentalmente
los medios escritos. En 1994 la radio y sobre todo la televisión funcionan,
salvo algunos espacios marginales, casi como agencias de propaganda del régimen
y su partido. Televisa, la mayor cadena de televisión del país, sigue siendo
por entonces “una empresa priísta”, como la definió en algún momento su
principal propietario. Televisión Azteca, la otra gran cadena de televisión,
apenas había empezado a operar el año anterior, en 1993, después de que el
gobierno de Salinas privatizara la televisora estatal Imevisión. Según un
rumor, Raúl Salinas de Gortari, hermano del Presidente, sería accionista de la
nueva empresa, lo que puede dar una idea de que su política informativa estaba lejos
de tener una posición crítica hacia el régimen. Esa versión fue parcialmente
confirmado por Raúl Salinas Pliego, propietario de TV Azteca, sin parentesco
con la familia presidencial, al aceptar que el hermano del Presidente le prestó
varios millones de dólares para adquirir en propiedad la televisora que era del
Estado. Por otro lado, la Internet no tenía en aquel tiempo la penetración
social que va a tener años después.
[30] Diccionario de la Lengua
Española. Madrid, Real Academia Española, Vigésima segunda edición;
2001.
[32] Diccionario de la Lengua
Española. Ed. Cit.
[33] Ibíd.
[35] Esas dudas están determinadas
por la manera en que están estructuradas las condiciones políticas de ese
momento y son hasta cierto punto independientes de las capacidades personales
de Colosio, así como de los resultados de las encuestas que predicen su triunfo
en las elecciones. Sobre este último punto cf. Arreola F. Así fue. La
historia detrás de la bala que truncó el futuro de México. México, Nuevo
Siglo Aguilar; 2004. p. 233.
[36] Cepeda, A. “Conjeturas”. La
Jornada. 1994, marzo 8.
[37] Aquí conviene tener en cuenta la
distinción capital que hace Torcuato Accetto respecto a la función del
secretario en el Renacimiento: “Se simula lo que no es,
se disimula lo que es”. Accetto, T. De la disimulación honesta. México,
Libros de artefacto; 2001.
Otro tipo de suplencia,
que también vuelve visible una falta, pero al mismo tiempo permite sostener un
anudamiento subjetivo, es la que Lacan plantea en el caso de James Joyce. Cf.
Lacan J. Le Sinthome. No editado. Versión G. T.
[38] Sobre la imposibilidad de la
sustitución en el duelo, cf. Allouch J. Erótica del duelo en el tiempo de la
muerte seca. México, Edelp; 1998.
[39] Allport G. W. y Postman L. Op.
Cit. pp. 33-34.
[40] Ibíd. p. 16 (las cursivas
corresponden al original). Los autores proponen una fórmula cuantitativa para
aproximarse a la medición de la intensidad del rumor, fórmula que no retomamos
al considerarla insuficiente para situar lo que el rumor pone en juego.
[41] “El hecho de mayor gravitación,
sobre todo en tiempo de guerra, es el de que el rumor circula mucho más raudo
cuando el individuo desconfía de la noticia que llega hasta él”. Ibíd. p. 34.
[42] “…una
bemba tiene mayores posibilidades de éxito cuanto menos visibles estén, en su
enunciado, las huellas de su enunciación”. De Ípola E. La bemba: acerca del
rumor carcelario y otros ensayos. Buenos Aires, Siglo XXI Editores
Argentina; 2005. p. 36. El término bemba proviene de Cuba: “Designa
popularmente los labios gruesos y prominentes. Por extensión, significa
‘rumor’, ‘versión’. Antes del triunfo de la revolución cubana se denominaba
‘radio-bembas’ a las informaciones que circulaban de boca en boca entre la
población, informaciones provenientes de la radio clandestina del Movimiento 26
de Julio, cuyas emisiones eran captadas por un número limitado de personas”.
Ibíd. p. 16 n. 2.
[43] Sobre esta cuestión cf. Zires
Roldán M. Del rumor al tejido cultural y saber político. México,
Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco; 2005 –particularmente el
capítulo II: De lo verdadero a los diferentes regímenes de verosimilitud. La
dimensión cultural del rumor.
[45] Lacan
J. Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. Barcelona,
Paidós; 1987. p. 246.
[46] “… en el fondo de toda creencia
hay sin embargo esto –a este ser supuestamente pensado como un todo, le falta
sin duda lo principal en el ser, es decir la existencia. En el fondo de toda
creencia en el dios como perfecta y totalmente munificente, se encuentra la
noción de ese no sé qué que siempre le falta y hace que de todos modos siempre
se pueda suponer que no existe”. Lacan J. La relación de objeto. Buenos
Aires, Paidós; 1996. p. 143.
[47] Freud
S. El chiste y su relación con lo inconciente. Obras Completas. Buenos
Aires, Amorrortu, Vol. VIII; 1979. p. 17.
[49] Para la
preponderancia de la unidad autor-obra, ligada a la relación entre el
surgimiento de la noción de autor y la individualización en la historia de las
ideas, la literatura, la filosofía y las ciencias, cf. Foucault M. “¿Qué es un
autor?”, Litoral, 25/26, 1998, pp. 35-71.
[50] Lacan
J. Le Sinthome. No editado. Versión G. T. Sesión del 17 de febrero de
1976 (Traducción mía.)
[51] Cf. Lacan J. “Una psicosis
lacaniana”. Presentación de caso. Texto establecido por Jacques-Alain Miller
(traducción y prólogo de Vicente Palomera). Texto traducido por la Escuela
Freudiana de Buenos Aires. De hecho se puede decir que Lacan recibe del Otro la
expresión palabra impuesta; en este caso la recibe por imposición del
señor Primeau, a quien entrevista en esa ocasión.
[52] Freud S. El chiste… pp.
137-138.
[53] Cf. Lacan J. Las formaciones
del inconsciente. Buenos Aires-Barcelona, Paidós; 1999. Particularmente las
primeras siete reuniones de este seminario tratan sobre el chiste.
[54] Freud S. El chiste… p.
137.
[55] Sobre el papel que cumple la vox
pópuli en el asesinato de Álvaro Obregón cf: Sladogna A. “Vox Populi, Vox
Dei. Álvaro Obregón-José de León Toral (México, 1928)”. Epílogo a: Régis E. Los regicidas en la
historia y el presente. México, Libros de artefacto; 2000.
[56] Freud S. El chiste… p.
144.
[57] Ibíd. p. 99.
[59] En 1945
Allport y Lepkin comentan a propósito del rumor de contenido político: “Se ha comprobado asimismo que
la calumnia y el descrédito políticos son aceptados con placer por los
ciudadanos que desconfían del partido gobernante”. Por
supuesto no están hablando de México sino de Estados Unidos. Citados en:
Allport G. y Postman L. Op. Cit. p. 198.
[60] “Desde que ustedes hablan de
alguna cosa que tiene relación con el falo, eso es lo cómico”. Lacan J. R. S. I. Séminaire XXII. Version non J. L. 11-3-1975
(traducción mía). Por
cierto que esta presencia del falo en lo cómico introduce ahí un tercer
elemento que cuestiona el planteamiento de Freud en El chiste, como el
de Lacan, en 1957 en Las formaciones del inconsciente, que le atribuye
una estructura dual a la comicidad; a diferencia del chiste, al que le
atribuyen una estructura ternaria. Cf. Freud S. El chiste… p. 137. Lacan
J. Las formaciones del inconsciente. Ed. Cit. p. 116.
[61] No, estimado
lector, no se trata de una cita de Lacan, es una frase utilizada por Allport G.
y Postman L. Op. Cit. p.
183.
[62] Lo cual es más claro en el caso
de Salinas, al hacerlo el líder de una conspiración asesina en contra de su
amigo.
[63] Recuérdense
las declaraciones, citadas más arriba, de Emilio M. González, líder del PRI en
el Senado, realizadas en las primeras semanas de la crisis política:
“Políticamente Colosio es potente, está en plena campaña y no hay nada que lo
pueda interferir”.
Agencias. “La fuerza de Colosio está fuera de duda, dice Emilio M. González”. Siglo
21. 1994, enero 20.
[65] Cf. Sérieux
P y Capgras J. Las locuras razonantes. El delirio de interpretación.
México, Colección libros de artefacto; 2002.
[66] Procuraduría
General de la República. Informe de la investigación del homicidio
del licenciado Luis Donaldo Colosio Murrieta. Tomo II. México, 2000. pp.
363-369.
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