mayo 03, 2012

LA EFICACIA DEL RUMOR: EL ASESINATO DE COLOSIO



Flavio Meléndez Zermeño
 
“…si Freud ha escrito en alguna parte que “la anatomía es el destino”, habrá quizá un momento en que, cuando se haya vuelto a una sana percepción de lo que Freud nos ha descubierto, se dirá –no digo ni siquiera que “la política es el inconsciente”-, sino más simplemente: el inconsciente es la política”.
 
Jacques Lacan, 10 de mayo de 1967.
 
 
En sentido tradicional se entiende el rumor como una versión que circula “de boca en boca”, a través de vías informales que forman parte del decir popular, cuya autoría y circuitos de difusión son desconocidos con precisión. Sin embargo, a partir del surgimiento de la sociedad mediática en el siglo XX no es posible plantear la existencia de un rumor al margen de la influencia de los medios: “Los rumores circulan de hecho tan bien de manera informal (difusión de boca a oreja) como formal (difusión mediática). No hay oposición entre los dos, ni exclusión".[1] De aquí se pueden derivar por lo pronto dos consideraciones: por un lado, la transmisión del rumor involucra a los cuerpos de quienes participan en ella, poniendo en juego elementos que forman parte del circuito de la pulsión: los agujeros corporales de la boca y la oreja, y la voz como objeto; por otro lado, el rumor se nutre de los medios de comunicación tanto como éstos de aquél, por lo que no es posible localizar un rumor “puro” que podría existir aislado, con total independencia de los medios. Incluso algunos relatos que ya circulan en un ámbito limitado alcanzan el estatuto de rumor a partir de su aparición en los medios bajo la forma de un comentario o un desmentido que contribuye a su difusión, sin que por ello se pueda ubicar su origen en esa circunstancia. El caso que aquí estudiamos corrobora esta alimentación recíproca entre vías informales y mediáticas en la circulación de un rumor.
 
En este trabajo nos ocupamos del rumor, en sus distintas versiones, que circula antes del asesinato de Luis Donado Colosio Murrieta, quien fuera candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en los comicios de 1994 para elegir presidente de México. Colosio es asesinado al salir de un mitin de su campaña electoral en una colonia popular de nombre Lomas Taurinas, en la ciudad de Tijuana Baja California. Al caminar entre la multitud de asistentes al acto político, recibe un disparo de arma de fuego en la cabeza y al ir cayendo recibe otro más en el abdomen. [2]
 
El rumor mencionado tiene su inicio en un momento preciso, cuando el 10 de enero de 1994 el Presidente de la República, Carlos Salinas de Gortari, nombra a Manuel Camacho Solís como Comisionado para la Paz y la Reconciliación Nacional, para hacer frente a la crisis política desatada por la rebelión armada del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, que había estallado el primer día de ese año en el estado de Chiapas. Ese nombramiento coincide con el día del inicio formal de la campaña de Colosio, trastocando los rituales establecidos por la tradición sucesoria del régimen, pues vuelve a poner en el centro del escenario político nacional a quien había sido el principal rival de Colosio en la recta final por la candidatura del partido oficial,[3] lo que va a opacar la campaña electoral de éste desde el primer día. La designación de Camacho como negociador con la guerrilla va a ser seguida en la prensa por un alud de declaraciones, artículos de opinión, notas, aclaraciones y refutaciones. Estos elementos constituyen la huella escrita de un rumor que circula ampliamente en la sociedad mexicana, encontrando un considerable crédito, y que tendrá su confirmación definitiva en el momento en que el candidato priísta es asesinado.
 
El rumor de la noticia
La coincidencia del nombramiento de Camacho con el inicio oficial de la campaña de Colosio desata comentarios en la prensa desde el primer día en que circula la noticia. El 11 de enero de 1994 la columna Pulso político de Francisco Cárdenas Cruz en El Universal apunta:
 
“Manuel Camacho Solís emergió ayer como el gran ganador en la serie de cambios que anunció el Presidente Carlos Salinas de Gortari: dejó la Secretaría de Relaciones Exteriores para convertirse en ‘Comisionado para la Paz y la Reconciliación en Chiapas’ y, también, en virtual suplente a la candidatura presidencial priísta a la que aspiró […] De lograr la encomienda del Primer Mandatario, Camacho Solís se consolidaría como la gran figura política que, a querer o no, podría opacar al propio candidato de su partido a la Presidencia de la República, antes del 15 de marzo –fecha límite del registro como tal- y cuyo debilitamiento al inicio mismo de su campaña fue manifiesto [...] Así, Camacho Solís, que fue el perdedor en la decisión por la nominación priísta a la Presidencia, hace 44 días, emergió como el gran ganador en la pos-sucesión ya que no solamente tendrá la oportunidad de demostrar que sus cualidades de concertador y su buena relación con los grupos y partidos políticos de izquierda, le serán de suma utilidad para encontrarle solución al conflicto chiapaneco por los caminos de la concertación y el diálogo, sino que al no tener ningún impedimento constitucional en el desempeño de un cargo público, queda convertido en virtual suplente a la candidatura presidencial que favoreció a Colosio…” [4]
 
Así, desde el momento de su designación Camacho es visto como virtual suplente a la candidatura presidencial priísta, es decir, se le concede la virtud de suplir a Colosio en esa función, con lo cual la candidatura de éste quedará afectada sin posibilidades de retorno a su estado anterior. La virtud que se otorga al nuevo Comisionado se basa en su reconocida capacidad de negociación con las fuerzas de oposición, particularmente las de izquierda. En la inédita situación política, abierta por la crisis del régimen que la rebelión zapatista precipitó, Camacho es situado como el gran ganador frente a un Colosio que aparece debilitado, la figura política del primero va a opacar a la del segundo, como su presencia respectiva en los medios lo va a confirmar en los próximos meses. La aparición del término pos-sucesión en estas circunstancias indica que la cuestión de la sucesión al interior del régimen de partido de Estado, a diferencia de lo ocurrido al acercarse la última etapa de gobiernos anteriores, no ha quedado resuelta con la designación del candidato oficial.
 
La nueva posición de Camacho es vista como su resurrección política, después de que se le consideraba políticamente muerto al haber perdido la candidatura priísta y haber roto con el ritual de mostrar su adhesión, así sea formal, al elegido como sucesor por la voluntad presidencial. En el diario Siglo 21 de Guadalajara aparece, también el 11 de enero, un cartón político de Falcón que juega con la asonancia entre resurrección e insurrección:
 
La imagen de Camacho se encuentra en primer plano cubriendo con su sombra a un pequeño Colosio. Mientras el primero arroja “el hueso” de su puesto como Secretario de Relaciones Exteriores y se encamina a su misión en Chiapas, el segundo es ridiculizado al mostrarlo como un niño ataviado para una fiesta infantil mientras al teléfono pregunta: “…o sea nomás negocia y luego se larga ¿verdad?”. La imagen de Colosio y la interrogación que plantea (¿a Salinas?) parecen colocarlo en una posición de ingenuidad en la que la coyuntura política es para él una fiesta infantil, al tiempo que espera con candor que Camacho se largue después de cumplir su encomienda como Comisionado para la Paz. En la parte superior del cartón está tachada la primera sílaba (in) de la palabra insurrección y escrita arriba la sílaba re, para dar por resultado resurrección, de modo que la asonancia entre estas dos palabras permite efectuar una condensación –que tiene el carácter de un chiste si se toma en cuenta el conjunto del cartón- en la que quedan incluidas la insurrección zapatista y la resurrección de Camacho, como los dos factores determinantes de la situación política de ese momento[5].
La resurrección de Camacho trae consigo otra consecuencia: la súbita transformación de Colosio en un cadáver político. En la misma fecha, la columna Indicador Político de Carlos Ramírez en El Financiero, titulada ese día Chiapas: otros cadáveres, anticipa el destino trágico de Colosio al mostrarlo como cadáver político, un cadáver que según el columnista se encuentra en estado de descomposición apresurada junto con otros cadáveres del gobierno de Salinas que aparecen como resultado del conflicto en Chiapas:
“Debajo de las zonas bombardeadas por el ejército, se encuentran cinco cadáveres en estado de descomposición apresurada: el cadáver político de Luis Donaldo Colosio, el cadáver social del Programa de Solidaridad, el cadáver financiero de la política económica, el cadáver propagandístico de una estrategia de estabilidad social y política con ajuste draconiano y el cadáver modernizador del Tratado de Libre Comercio […] El cadáver político de Luis Donaldo Colosio fue el primero que se encontró[6].
Dos días después el periodista Miguel Ángel Granados Chapa en su columna publicada en distintos diarios del país, Plaza Pública, reitera la resurrección política[7] de Camacho y delinea los elementos que definen la coyuntura política en lo que respecta a la sucesión: el hecho de que la campaña de Colosio queda nublada en su inicio como resultado de aquella resurrección, la apreciación ampliamente compartida de la debilidad del candidato oficial justo cuando su campaña arranca formalmente, el lugar central que adquiere la figura de Camacho, la prioridad de los intereses en juego en las decisiones del presidente por encima de los intereses de la campaña colosista, la posibilidad del reemplazo de Colosio:
“Aparte sus efectos trascendentes, las acciones del lunes y el miércoles fortalecen sin duda al Presidente, pero han debilitado notoriamente a su candidato a sucederlo, Luis Donaldo Colosio.
Nunca un comienzo de campaña presidencial priísta fue tan deslucido –al menos en sus repercusiones informativas- como el del ex secretario de Desarrollo Social, a pesar de haber escogido para hacerlo una importante población hidalguense, Huejutla de Reyes. El interés provocado por la estremecedora mudanza del parecer presidencial sobre Chiapas, y la resurrección política de Manuel Camacho nublaron con razón el comienzo de la gira colosista en la Huasteca […]
Es muy remota la posibilidad de que se reemplazara la candidatura de Colosio, aunque es evidente que la autopromoción de Camacho antes del destapamiento se ha hecho realidad. El entonces regente de la ciudad de México aseguró que, en condiciones de ingobernabilidad, sólo él podría manejar la situación. Y así está ocurriendo”. [8]
La columna introduce otro elemento que gravita en las condiciones políticas de ese momento: el fortalecimiento de la figura del Presidente, que ocurre justo en el momento en que tendría que empezar a eclipsarse en beneficio de quien sería su sucesor. Este factor está ligado a un componente constante del rumor: el reemplazo de Colosio como candidato formaría parte de una intención política deliberada de Salinas -que es el único que tiene el poder para realizar ese cambio y quien nombró a Camacho como Comisionado para la Paz y la Reconciliación. La posibilidad de ese reemplazo de Colosio por parte de Camacho está ya planteada, por mucho que se la califique de remota. De ahí en adelante, no sólo la figura del nuevo Comisionado crecerá políticamente en detrimento de la de Colosio, sino que el regreso a la vida política de uno será visto como la muerte política del otro.
 
Cuauhtémoc Cárdenas, candidato a la presidencia por el Partido de la Revolución Democrática, declara en una entrevista con el periodista Jorge Zepeda:
 
“Con la designación de Camacho cambia también la correlación de fuerzas políticas al interior del gobierno. De hecho reabre la designación del candidato oficial y mucho influirá la manera en que se resuelva el caso de Chiapas. Es evidente que se han dado nuevos alientos políticos a la figura de Manuel Camacho”.[9]
 
Cárdenas reitera lo que constituye un punto de vista compartido extensamente por la clase política, los analistas políticos, los periodistas y un gran sector de la sociedad: el nombramiento de Camacho reabre la designación del candidato del partido en el poder. El entrevistado comparte con muchos otros la opinión de que el desempeño del Comisionado decidirá sus posibilidades como futuro candidato. Es interesante tomar nota de que el encabezado que titula la entrevista con el candidato de la izquierda es: “Chiapas, tumba del gobierno”. La frase, entrecomillada, no aparece entre los dichos de Cárdenas en el texto de la entrevista, con lo cual queda la ambigüedad sobre quién la pronunció, ¿el entrevistado, el entrevistador o alguien más?, lo que le da el carácter de una enunciación compartida. Una tumba es el lugar en el que se da sepultura a un cadáver, ¿el del gobierno, el de Colosio o el del régimen de Partido de Estado? Tal vez en este caso, en la situación de crisis política que hace estallar el movimiento insurgente en Chiapas, los tres cadáveres coinciden en la misma tumba.
 
Respecto a la eventualidad de que Camacho se postule por un partido distinto al PRI, los candidatos presidenciales de varios partidos de oposición se ven constreñidos a declarar sobre su posible declinación a favor de aquél. Cuauhtémoc Cárdenas responde cuando es interrogado al respecto que sólo un Congreso del PRD puede tomar esa decisión, agregando con ironía: “Lo que sé es que Camacho es precandidato del PRI y al único que está causando estragos es al candidato de su partido…”[10]; en otra ocasión reitera que su postulación como candidato “está a disposición del Congreso Nacional del PRD, y si allí, en forma democrática, deciden que sea otro el candidato, pues no habrá ningún problema”, sin embargo añade que no sabe quién respalde a Camacho, “creo que a quien debiera preocupar es al licenciado Colosio y a su equipo”[11]. Álvaro Pérez Treviño, aspirante a la presidencia de la República por el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana, niega la posibilidad de declinar a favor de Camacho y sostiene que tal versión es “difundida por priístas inconformes con la nominación de Luis Donaldo Colosio” y, esgrimiendo una frase que Salinas ya había utilizado, demanda “a quienes fabrican esas versiones, que no se hagan bolas”[12]. La candidata del Partido Popular Socialista, Marcela Lombardo Otero afirma: “De ninguna manera dejaré mi candidatura a la Presidencia de la República para cedérsela a Manuel Camacho Solís”[13]. Por su parte, Jorge González Torres, candidato presidencial del Partido Verde Ecologista de México (PVEM), “aseguró que el tripartidismo del PRI, PAN y PRD teme a una candidatura independiente –se refiere a la eventual de Camacho Solís-, porque pone en peligro sus cotos de poder y concertacesiones”[14]; el candidato ecologista se expresa a favor de una reforma de la ley electoral que permita las candidaturas independientes y abiertamente se pronuncia por la postulación de Camacho, planteando su propia declinación: “sí hay personas que lo pueden hacer mejor que yo, el PVEM debe determinarlo” [15] –el de la primera parte de esta frase es afirmativo y no condicional, como podría dar a entender la segunda parte si se la toma como apódosis, lo que le da el carácter de un acto de enunciación en el que el declarante declina de facto a su candidatura, en favor de quien puede hacerlo mejor que él –lo que por cierto encontraría su confirmación si se tratara ahí de un lapsus calami del reportero o del tipógrafo.
 
Por lo que respecta a los priístas, particularmente los miembros de la cúpula, su función es la de afanarse en desmentir el rumor –lo que por cierto hacen con singular éxito: al desmentirlo lo confirman. El célebre “no se hagan bolas”[16], pronunciado por Salinas el 27 de enero en la residencia oficial de Los Pinos ante gobernadores estatales y legisladores del PRI, buscando poner un alto a la versión de un cambio de candidato en este partido, es tomado en los medios políticos como un “redestape” que confirma la debilidad de Colosio y por lo tanto relanza el rumor antes que detenerlo. Una semana antes del dicho de Salinas, el líder del PRI en la Cámara de Senadores, Emilio M. González, después de aseverar que la fuerza política de Colosio está fuera de duda recalca: “Políticamente Colosio es potente, está en plena campaña y no hay nada que lo pueda interferir”, para rematar diciendo: “La candidatura a la presidencia de la república, es una posición que no tiene suplente”[17]. Esta última aseveración podría ser suscrita por la inmensa mayoría de los priístas, en la historia del sistema político que nació con su partido nunca ha ocurrido que un candidato a la Presidencia de la República haya sido reemplazado por un suplente, lo cual no excluye que también suscriban eso que su líder en el Senado trata de negar: la duda respecto a la potencia política de Colosio, el hecho de que existen interferencias en su campaña y la idea de que se encuentra en marcha una operación política para colocar en su lugar a un suplente.
 
El principal encargado de desmentir el pertinaz murmullo del cambio de candidato es Fernando Ortiz Arana, presidente del PRI. Lo va a hacer en repetidas ocasiones: cuando reitera en nombre de Colosio el compromiso de realizar una reforma política junto con las fuerzas de la oposición, para garantizar “elecciones limpias, ejemplares, de las que todos los mexicanos podamos sentirnos satisfechos” [18]; cuando el candidato es registrado oficialmente en el Instituto Federal Electoral (IFE) el 4 de marzo Ortiz Arana subraya: “Luis Donaldo Colosio es el único que cuenta con el apoyo firme y convencido de sectores, organizaciones y dirigencia de todo el país. El tiene la legitimidad política y estatutaria para encabezar a nuestro partido en los comicios”[19]; una semana después, cuando es presentado a los priístas el programa Propuesta y compromisos de Luis Donaldo Colosio, el presidente de su partido insiste:
 
“se encuentra [el PRI] inmerso todo el tiempo y en todas partes en una sola tarea: llevar al triunfo al candidato del cambio con rumbo y responsabilidad, Luis Donaldo Colosio […] El es el candidato de la certeza. En torno a él está toda la fuerza del partido, toda nuestra capacidad política y toda la energía transformadora del partido de la Revolución Mexicana” [20].
 
La retórica del régimen, en este caso en boca de quien funge como presidente del Partido del Estado, pone el acento en lo que justo en ese momento falta: la certeza. Ese es un rasgo constante del discurso oficial, que provoca una incredulidad persistente en una porción importante de los ciudadanos y los lleva a interpretar ese discurso exactamente por lo contrario de lo que dice.
 
“El registro oficial del candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI) ante la máxima instancia electoral del país no ha sido suficiente para contener, dentro y fuera de su propio partido, el insistente rumor de que Luis Donaldo Colosio Murrieta no llegará al 21 de agosto como el abanderado de ese instituto político.
Y si bien casi se han agotado los tiempos políticos para un eventual cambio de candidato en el Revolucionario Institucional, técnicamente aún es posible que el partido del gobierno lance una carta que luce descabellada, pero no imposible, sobre todo porque más que el rumor, cobra fuerza como una realidad de la política mexicana la posibilidad de que el régimen salinista juegue con una doble candidatura.  
[…] ante una realidad que se antoja de desastre para los colosistas, los más altos mandos de la política oficial barajan ya opciones, entre las que no se descarta una doble candidatura: la oficial, con Luis Donaldo Colosio Murrieta a la cabeza, y una segunda, presidida por Manuel Camacho Solís e impulsada por la sociedad civil.
Y las razones son muchas: ni dentro ni fuera del partido oficial ni dentro ni fuera de México la candidatura de Colosio Murrieta convence. Más bien parece endeble, pese a que el propio candidato ha realizado importantes esfuerzos por modificar su discurso, por mostrarse más agresivo y por profundizar en los temas de interés para los sufragistas.
Es ya un lugar común señalar que Colosio Murrieta fue designado candidato para unos tiempos que cambiaron radicalmente el 1 de enero de 1994 y cuyos efectos golpearon a todos los partidos políticos, pero especialmente al partido del gobierno. El levantamiento armado en Chiapas significó un cuestionamiento no sólo al salinismo, sino a casi 65 años de gobiernos priístas […] El ex regente no ha descartado sus posibilidades presidenciales, más bien con su trabajo en Chiapas se sabe poseedor de un capital político único, que le reportaría a su partido una posibilidad más viable para la contienda electoral del 21 de agosto.
Por lo pronto, mañana domingo, en la ceremonia del 65 aniversario del Partido Revolucionario Institucional, se esperan nuevas pistas, hasta que intervenga como orador el propio Manuel Camacho Solís, que ese acto signifique el parto definitivo de la candidatura de Colosio Murrieta o su aborto”.[21]
 
Esta columna, publicada al día siguiente del registro de Colosio, participa de eso mismo a lo que hace referencia: la insistencia del rumor. Al mencionar esta insistencia de lo que se dice, dentro y fuera del PRI, en el sentido de que Colosio no llegará al día de las elecciones como candidato de ese partido, contribuye también a su difusión y permite constatar la sobrevivencia del rumor al trámite del registro oficial del candidato. El columnista precisa que según el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (COFIPE), Colosio podría ser sustituido hasta el 22 de julio, es decir, un mes antes de las elecciones, lo que implica que el lapso de incertidumbre se extiende hasta ese día. Aquí también se reitera la apreciación de que la candidatura de Colosio no convence, su debilidad, la versión de que Salinas y los altos mandos del poder estarían jugando con una doble candidatura, situación en la que Camacho tendría mayores posibilidades de triunfar, considerando su capital político y los nuevos tiempos que, a partir de la rebelión armada en Chiapas, configuran un cuestionamiento al gobierno de Salinas y al régimen priísta.
 
La columna antes citada también explicita el método que orienta la construcción del rumor: al indicar que al día siguiente, en la ceremonia de celebración de los 65 años del PRI, se esperan nuevas pistas –por ejemplo que Camacho intervenga como orador-, deja ver que el rumor se construye siguiendo el Paradigma Indicial del que habla Carlo Ginzburg[22], es decir, que examina detenidamente aquellos datos que puedan servir como indicios que confirmen sus sospechas. Es en una cierta manera de seguir este método que no podemos dejar de tomar nota de lo que la pista esperada pone en juego en este caso: el parto o el aborto de la candidatura de Colosio –la metáfora alude a una vicisitud de la filiación, y en efecto Colosio es considerado “el hijo político de Salinas”; su designación está inscrita en la línea de sucesión de la “familia revolucionaria”. Por otro lado, Aborto es casi homófono de Aburto[23], el apellido de quien va a asesinar a Colosio diecisiete días después del aniversario del PRI. Aborto es la palabra con la que sus compañeros de escuela nombran a Mario Aburto, en una operación en la que un insulto va a sustituir al apellido de su portador. El insulto muestra su eficacia en la medida en que afecta al ser del sujeto y con él a su cuerpo.[24]
 
La ambigüedad que Camacho mantiene a lo largo de todo este tiempo es un factor determinante para dar aliento a las especulaciones sobre su posible postulación como candidato presidencial, ya sea dentro o fuera del PRI. El 22 de marzo Manuel Camacho Solís comunica su decisión de no participar en las elecciones de ese año. Al parecer la decisión es precipitada por el rumor de una caída en la bolsa de valores o una devaluación de la moneda, que pueden ocurrir en la ya cercana semana santa, y que serían atribuidas a la incertidumbre creada por la indefinición de Camacho.
 
“Manuel Camacho Solís anunció su determinación de no participar, en la actual contienda electoral, ni siquiera para una posición en el Senado; aclaró que esa decisión ‘la adopté personalmente’, tomando como base los intereses republicanos del país y porque ‘es más prioritaria la paz que una candidatura’. Aceptó que desea ser presidente de la República, pero no a cualquier costo; por ello su postura.
Rechazó que su posición tenga que ver con la reciente reunión que sostuvo con el candidato del PRI a la Presidencia de la República. ‘Esta posición apenas la tomé ayer 21 de marzo, aniversario del natalicio de Juárez; la adopté por el interés republicano’”[25].
 
El Comisionado para la Paz y la Reconciliación, que había traído la intranquilidad a la clase gobernante, reconoce lo que “todo mundo” exclamaba a voz en cuello: su deseo de ser presidente de la República. El anuncio de su desistimiento llega tarde: el mismo día que esta declaración es publicada en los diarios de todo el país, Mario Aburto da el paso que venía cavilando desde tiempo atrás: dispara sobre Luis Donaldo Colosio. El rumor que aseveraba que éste no llegaría como candidato del PRI al día de las elecciones encuentra la realización de sus designios.
 
Los textos periodísticos citados hasta aquí permiten constatar la vasta difusión del rumor mencionado, su abrumadora presencia en la sociedad. La insistencia de lo que ellos plantean forma parte de la situación política en la que están tejidos y al mismo tiempo es un rasgo constitutivo del rumor: éste sólo toma existencia por la reiteración. En el caso que estudiamos, el rumor da pruebas de gran resistencia al paso del tiempo, a los desmentidos, a las pruebas en contrario; pero esta insistencia del rumor es también la de la incertidumbre que define una situación política en la que está en juego el desenlace de la sucesión al interior de la clase gobernante y el futuro de un régimen que agoniza junto con una época. El rumor no es un agregado exterior a esta circunstancia política sino que es uno de sus elementos constitutivos, pues no sólo toma nota minuciosa de la agonía del enfermo sino que participa directamente de la gravedad de su estado.
 
En el caso del rumor que afecta a la candidatura de Colosio nadie puede ser señalado como su “autor”, tal como corresponde a la estructura de un rumor. Aunque declaraciones públicas, entrevistas, columnas, artículos de opinión o cartones políticos, aparezcan en la prensa suscritos por alguien en particular, ninguno de esos nombres puede ser identificado como autor de la o las versiones que difunde. Al hacer referencia, comentar, constatar o desmentir el rumor lo transmiten, colaboran a su circulación, como eslabones de una cadena de la cual no es posible localizar su origen. Esos productos periodísticos constituyen la huella escrita de un decir popular que corrió en otro tiempo, al que ya no tenemos acceso si no es a través de sus rastros escritos, que al tener un carácter público participaron en su momento de los circuitos de difusión del rumor.
 
Los textos e imágenes que en la prensa transmiten la especie de que habrá un cambio de candidato en el PRI o en el ánimo presidencial, muestran que no solamente existe una alimentación recíproca entre canales formales e informales de circulación de esa versión popular, sino dejan ver que el rumor mismo es noticia. La oposición noticia versus rumor, sobre la cual construyen su estudio del tema Allport y Postman, en un texto considerado clásico, se revela insostenible[26]. Para estos autores sería posible bajo ciertas condiciones hacer una separación nítida entre noticia y rumor, en donde la primera, cuando proviene de un medio de comunicación de “reputación intachable”, está ligada a una verdad que se conforma a los hechos objetivos, los cuales pueden ser verificados en una realidad concebida positivamente; mientras que el segundo es el producto de una deformación progresiva del “estímulo patrón” que es la noticia o la información dada inicialmente, deformación que no se atiene a los hechos, pues está ligada a factores subjetivos de los individuos que “distorsionan involuntariamente la realidad”. Aunque estos estudiosos del rumor reconocen que también existen noticias deformadas desde el principio -cuando los reporteros están sujetos a factores de distorsión de la realidad, cuando recogen relatos de segunda mano o cuando una noticia responde a intereses políticos o económicos-, no extraen ninguna consecuencia de este hecho que cuestiona la oposición en la que fundan sus planteamientos y de pasada vuelve insuficiente la diferencia entre vías formales e informales cuando se trata de la difusión de un rumor.
 
En el caso que aquí estudiamos el rumor no sólo no se distingue ni se contrapone a la noticia, sino que hace noticia, la produce al involucrar extensamente en su transmisión a los medios y a los sujetos de la acción política. En este aspecto, es necesario contar además con el hecho de que la noticia es generada no sólo por los medios sino también por las audiencias que la esperan, lo que introduce el fenómeno de la noticia deseada: “Aquella en la que la opinión pública quiere creer”[27] –y nada mejor que el interés creado por un rumor para responder a esa demanda en la que el mercado orienta la acción de los medios. Al mismo tiempo, el rumor no se limita a describir con mayor o menor fidelidad una circunstancia política, sino que es parte integrante de ella, contribuye a su construcción: transforma la correlación de fuerzas al interior del grupo gobernante y en las relaciones de éste con el resto de las fuerzas políticas, profundiza la crisis del régimen que se había iniciado tiempo atrás, reposiciona a los distintos aspirantes a la Presidencia, altera la imagen pública de quien ha sido designado formalmente como candidato oficial –v. gr. si el rumor insiste en la debilidad de Colosio como candidato, más allá de que esa apreciación corresponda o no a la ubicación relativa que él tiene en el juego político, termina por afectar su imagen ante sus potenciales electores, lo deja en una posición de debilidad al quedar su candidatura marcada por la incertidumbre[28]. El rumor es un objeto que circula de boca en boca y que tiene efectos sobre el objeto del que predica algo.
 
Las condiciones del rumor
No es posible dar cuenta del origen de un rumor, el punto exacto en que inicia el primer eslabón de la cadena permanece inaccesible a las operaciones del saber que pretenda asirlo; sin embargo, en algunas ocasiones se pueden localizar las condiciones en las que se produce, que son las mismas que hacen posible su circulación. En el caso que venimos estudiando esas condiciones son:
 
-       El nombramiento de Manuel Camacho Solís como Comisionado para la Paz y la Reconciliación, que le otorga un lugar privilegiado en la negociación de la agenda política nacional.
-       La crisis del régimen desatada por la rebelión del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, que pone en riesgo la sucesión en el partido del Estado.
-       La mayor competencia política, que tiene como antecedente importante las elecciones presidenciales de 1988, en las que Cuauhtémoc Cárdenas, el candidato de la izquierda, se declara ganador al igual que Carlos Salinas.
-       El arribo de Salinas al poder después de un período de fuerte impugnación de los resultados oficiales de esas elecciones; lo que desde el principio marca a su gobierno con el sello de la ilegitimidad.
-       El incremento de la visibilidad de los actos políticos, debido entre otras cosas a la flexibilización de los rasgos autoritarios del régimen y a la mayor apertura de los medios de comunicación[29].
-       La conservación de una parte importante del poder de Salinas como presidente en funciones, que no se eclipsa frente al candidato oficial, conforme a lo que marca la tradición al final de cada sexenio. La crisis política lleva a Salinas a compartir con el Comisionado para la Paz el control de puestos clave del gabinete (Gobernación, Procuraduría General de la República, Regencia del Distrito Federal), en lugar de hacerlo con aquel a quien ha designado como su sucesor.
-       La existencia de un rival de facto que está en condiciones de disputarle la candidatura presidencial a Colosio, cuyo estatus de candidato queda entonces en suspenso al reabrirse la pugna por la sucesión al interior de la clase gobernante.
 
Todas estas condiciones vuelven verosímil a un rumor que tiene distintas versiones que comparten un elemento: Colosio no va a llegar a las elecciones como candidato del PRI, algo le va a pasar antes de esa fecha y va a ser suplido o sustituido por Camacho; o bien, Camacho va a convertirse en un candidato alterno a la presidencia de la República, lanzando su candidatura por un partido distinto al PRI. La primera modalidad supone que a Colosio lo van a enfermar, lo van a obligar a renunciar o lo van a desaparecer; la segunda supone que Camacho concreta su candidatura alterna con el apoyo velado de Salinas. Lo que ambas versiones comparten es que existe una conspiración de Salinas y/o de las altas esferas del poder estatal, sea para sustituir a Colosio por Camacho en la candidatura del PRI, sea para lanzar al segundo como candidato por otro partido –lo que en la lógica de construcción de este rumor equivale a otra forma de sustitución: Camacho sustituye a Colosio en la omnipotente voluntad presidencial, lo que equivale a quitar a éste del camino, pues sin el apoyo del Presidente el candidato priísta está condenado a perder las elecciones. Antes del asesinato de Colosio predomina la versión de que Salinas decide cambiar de candidato porque aquél no tiene posibilidades de ganar en el entorno de la crisis creada por la insurgencia zapatista; después del magnicidio va a predominar la versión de que es el rompimiento de Colosio con Salinas lo que lleva a éste a cambiar de parecer, pues aquel a quien había designado como su sucesor se le salió de control –para esta versión, que ya empezaba a circular antes de la muerte de Colosio, el autor intelectual del magnicidio es Salinas.
 
Suplir, sustituir, reemplazar, aparecen en las notas periodísticas que transmiten el rumor popular. Son verbos cuyo sentido se recubre parcialmente, que con frecuencia se usan como sinónimos. Sin embargo, conviene tener en cuenta algunos matices que introducen diferencias entre ellos. Mientras que en la palabra sustituir está presente el sentido de “Poner a alguien o algo en lugar de otra persona o cosa”[30], “Poner una cosa o persona en el sitio en que estaba otra que ya no está o que se quita”[31], y reemplazar se define por referencia a la anterior -“Sustituir algo por otra cosa, poner en su lugar otra cosa que haga sus veces”[32]-, en suplir se añade un matiz que remite a algo que falta: “Cumplir o integrar lo que falta en algo, o remediar la carencia de ello”[33], “Añadir en un sitio una cosa que falta” o “Hacer una persona o una cosa el papel de otra que falta”, incluso “Disimular ante una persona una falta de otra”[34].
 
La distinción anterior es importante porque cuando el rumor hace de Camacho un candidato suplente, hace aparecer al mismo tiempo la dimensión de una falta o una carencia. Es posible que la suplencia que se espera de Camacho indique que está suspendida, en el sentido de quedar sin efectos, la candidatura de Colosio. Esto equivale a que de facto –mas no de iure- en el PRI no hay candidato; la crisis del régimen ha dejado suspendido ese estatus de Colosio. Éste fue destapado siguiendo las reglas de sucesión de la ortodoxia priísta, por derecho es el candidato oficial del régimen, pero no es el candidato de un partido que después del primero de enero de 1994 puede perder las elecciones ante una correlación de fuerzas inédita, que tiene que competir con otros partidos, como nunca lo había hecho, para ganar la presidencia de la República; no está dado de antemano que Colosio reúna las condiciones que requiere el candidato de este nuevo partido que ya no es el del destape como mecanismo infalible de sucesión. Por un lado, es en esa carencia de candidato en la que encuentra apoyo la versión de que Camacho es el candidato suplente; por el otro, en la medida en que la estructura de la nueva situación política hace aparecer las dudas respecto a las capacidades de Colosio para llegar a la presidencia, la candidatura de Camacho apuntaría a suplir las faltas de aquél[35] –de ahí que se subraye la habilidad negociadora del Comisionado para la Paz, su destreza para construir consensos con las fuerzas de oposición, su capacidad para conducir la transición a la democracia: “Camacho ha ratificado, ante esos sucesos, ser un político para la crisis, particularmente política, que es la que ahora se nos vino encima”[36].
 
La pretensión de suplencia que el rumor pone en juego en esta ocasión, al buscar “remediar la carencia” de algo o de alguien, hace visible lo que trata de “simular”[37], resaltando la inviabilidad de la candidatura oficial, que ya no responde a un horizonte político que es distinto al que le dio nacimiento –lo cual deja a Colosio en una posición riesgosa, careciendo no sólo del apoyo presidencial sino del soporte del aparato del partido de Estado. En este caso, la suplencia nunca se lleva a cabo, resulta impracticable dada la maraña de intereses políticos que intervienen en ese momento. Por otra parte, si el desenlace de esta historia se enfoca desde la perspectiva de la sustitución –“poner a alguien en el lugar de otra persona”-, los sucesos posteriores muestran la imposibilidad de cualquier intento de sustituir a un sujeto por otro, el fracaso de ese “poner en el lugar de…”[38]: Camacho no fue tampoco el “candidato sustituto” y el nombramiento de un nuevo candidato priísta que ganara las elecciones tuvo que pagar el precio de la vida de Colosio.
 
Importancia y ambigüedad
En el decir popular que afecta a la candidatura de Colosio podemos encontrar también las dos condiciones básicas que Allport y Postman postulan para la transmisión de un rumor:
 
“El rumor corre cuando los hechos acaecidos tienen importancia en la vida de los individuos y cuando los detalles que les llegan al respecto son incompletos o subjetivamente ambiguos. Puede residir la ambigüedad en que el hecho no sea narrado en forma clara, o en las versiones contradictorias del mismo, o en su incapacidad de comprender la noticia recibida”[39].
 
Importancia y ambigüedad en una relación que “no es aditiva sino multiplicativa, puesto que con importancia o ambigüedad igual a cero, no hay rumor”[40]. En nuestro caso clínico la ambigüedad tiene el triple carácter mencionado en la cita: el hecho no es narrado en forma clara (v. gr. no quedan claras para el ciudadano común las razones de que el nombramiento de Camacho sea sin devengar un salario, lo que de facto lo habilita para ser candidato presidencial); las versiones del mismo son contradictorias (por un lado el “No se hagan bolas, el candidato es Colosio”, además de los desmentidos de los dirigentes priístas; por el otro una andanada de comentarios que desde múltiples flancos aseguran que Colosio va a ser sustituido como candidato); incapacidad de comprender la noticia recibida (tanto para los miembros de la clase política como para los de la llamada sociedad civil es incomprensible la ambigüedad de Camacho como el hecho de que Salinas “no lo ponga en orden”). El factor clave para que el rumor se afiance parece ser la falta de credibilidad de las noticias que desde la versión oficial del gobierno se difunden[41]-lo que por cierto constituye un rasgo característico de la cultura política en México. Frente a esto el rumor se torna creíble, además de que proporciona una explicación que le da sentido a lo que de otro modo resulta incomprensible.
 
La importancia de este rumor está ligada a las condiciones del entorno político en el que se produce: el futuro de la cosa pública, la res pública, está en juego para el grupo gobernante, el conjunto de la clase política y la sociedad civil, tal como corresponde a una circunstancia en la que el poder de un régimen enfrenta el riesgo de derrumbarse. Quién va a gobernar y bajo qué reglas de ejercicio del poder estatal, es la cuestión que está por resolverse en ese momento. El rumor está enlazado a los intereses de quienes participan de algún modo en su transmisión, es interesado. Por lo mismo, parece no sólo superfluo sino inconveniente intentar una clasificación de los columnistas, articulistas y reporteros –en el caso de los políticos profesionales por lo menos es explícito desde qué lugar del espectro político e ideológico hablan- citados a propósito de la difusión del rumor, pues además de parcial, una clasificación así conduciría a una investigación policíaca -¿con quién simpatiza el susodicho?, ¿cuáles son sus nexos políticos abiertos o encubiertos?, ¿recibe algún beneficio económico o político de alguna de las partes?. Por supuesto, se puede sospechar que quienes desde la prensa participan en la transmisión de un rumor lo hacen en respuesta a intereses específicos, más aún cuando están en juego asuntos de orden político; no obstante parece conveniente acercarse a estos textos aparecidos en los diarios con la actitud de un lector incauto, que constata la expansión social del rumor, sin estar necesariamente advertido de las filiaciones políticas de aquellos a quienes lee; en todo caso no más advertido de lo que le permiten los enunciados que está leyendo. De un rumor se puede decir que sólo se mantiene como tal a condición de que excluya de su enunciado las huellas de su enunciación[42]. En otras palabras, la posición subjetiva de quien lo transmite debe quedar eclipsada en favor de lo que transmite.
 
Verosimilitud y creencia
La verosimilitud de un rumor está ligada a la credibilidad que puede convocar para sostenerse, credibilidad que queda delimitada por un régimen particular de verosimilitud, el que a su vez está ligado a las condiciones culturales que definen reglas y circunstancias sociales que delimitan las fronteras de lo verosímil, y por lo tanto de lo creíble, en una sociedad determinada[43].
 
Por otro lado, no parece suficiente en nombre de la verdad enunciar negativamente: “La verdad es que no hay ningún saber sobre el rumor; no hay más que una tendencia general a creer en fenómenos sociales cuasi-sobrenaturales”[44]. Esta posición evita hacer frente a la dificultad que plantea la creencia, haciendo de ella un objeto del que hay que desconfiar. Para tener un punto de referencia que permita orientarse de otro modo, es necesario tener en cuenta un rasgo clínico de la creencia:
 
“En efecto, si no hay creencia que sea plena y entera es porque no hay creencia que no suponga en su raíz que la dimensión última que tiene que revelar es estrictamente correlativa al momento en que su sentido va a desvanecerse”[45].
 
A la creencia invariablemente le falta la plenitud. Algo en el sentido que tiene para aportar se mantiene en estado vacilante, desde el momento en que no puede asegurar enteramente la existencia del objeto en el que cree, ese sentido puede disiparse -como ocurre con la creencia en Dios, en la que permanece un margen desde el cual se puede sostener que él no existe[46]. La creencia es correlativa de la suposición de que a su objeto puede faltarle la existencia. Esto es lo que le da a la creencia su carácter inacabado, lo que la lleva a insistir en la búsqueda reiterada de las pruebas en las que pueda sustentarse. Es por esto también que el crédito que el rumor encuentra, y que está ligado a su verosimilitud, tiene que ser reanimado a cada paso por los indicios que prueban la versión transmitida. Que tenga que insistir muestra que no logra concluir su tarea. Así, el rumor de una maniobra orquestada por Salinas para quitar del camino a Colosio –especie que circuló antes y después del asesinato- se sostiene en la creencia de una conspiración infalible, que alcanza sus propósitos con perfección, sin dejar ningún rastro en el que se pueda comprobar categóricamente su existencia, basada por lo tanto en un poder omnímodo atribuido al entonces Presidente –facultad que excede con mucho a la circunstancia política en la que justamente el poder presidencial queda sometido a condiciones inéditas que reducen drásticamente su capacidad de maniobra. Se puede decir que la persistencia del rumor es directamente proporcional a la falta de aquella prueba última, que sería la del poder absoluto de Salinas y al mismo tiempo la de su culpabilidad.
 
El chiste
El rumor comparte algunos rasgos con el chiste, tal como éste ha sido abordado por el psicoanálisis. La siguiente cita de Freud sobre el Witz nos proporciona una primera indicación:
 
“…es lícito recordar el peculiar atractivo, y aun la fascinación, que el chiste ejerce en nuestra sociedad. Un chiste nuevo opera casi como un evento digno del más universal interés; es como la novedad de un triunfo de que unos dan parte a los otros”[47].
 
El universal interés que despierta un chiste es muy similar al que despierta un rumor en la sociedad en la que circula: en éste también aparece el atractivo y aun la fascinación propia de la novedad. En algunos casos, particularmente cuando lo que dice el rumor involucra el desprestigio de alguien, toma igualmente la connotación de un triunfo para quien lo transmite.
 
Tanto el chiste como el rumor corren “de boca en boca”, lo que no excluye su circulación en la prensa –de hecho Freud utiliza para su estudio de la técnica del chiste ejemplos tomados de la prensa vienesa. Esa modalidad de difusión determina que en ambos casos la localización de un “autor” sea problemática. En el caso del chiste sólo en algunas pocas ocasiones es posible identificar a un “autor”, para el resto se puede decir con Freud: “La gran mayoría de los chistes, en particular los nuevos, producidos a raíz de las ocasiones del día, circulan anónimamente”[48]. Mientras que en el caso del rumor, está en su estructura misma el hecho de que no es posible señalar a su autor, de lo contrario deja de serlo para convertirse en otra cosa -por ejemplo, en la opinión de alguien en particular.
 
La oposición autor versus anónimo resulta difícil de aplicar en este terreno[49], en la medida en que chiste y rumor vienen del campo del lenguaje, del que justamente no se puede decir que posea un autor o que sea anónimo, ya que no se presta a ningún régimen de propiedad. Su origen es radicalmente desconocido y precede en la existencia a todo el que habla. Las palabras con las que cada sujeto habla le han sido transmitidas siempre por Otro, participan de la alteridad absoluta del lenguaje que lo habita; en este sentido son palabras impuestas:
 
“Cómo es que no sentimos todos nosotros que las palabras de las que dependemos nos son de alguna manera impuestas. Es precisamente en eso que lo que se llama un enfermo va algunas veces más lejos que lo que se llama un hombre normal. La cuestión es saber por qué un hombre normal, llamado normal, no se da cuenta que la palabra es un parásito; que la palabra es un enchapado; que la palabra es la forma de cáncer por la cual el ser humano está afligido. ¿Cómo es que hay quien llega hasta a sentirlo?”[50]
 
Con estas frases Lacan hace referencia en su seminario del 17 de febrero de 1976 a una presentación de enfermo que tuvo a su cargo unos días antes. El sujeto a quien entrevista en esa ocasión tiene la experiencia de lo que él mismo llama palabra impuesta; se trata de palabras que “se imponen a su intelecto”[51], en las que no se reconoce como habiéndolas pensado o enunciado. Es en esto que el enfermo va más lejos que el normal: éste no se da cuenta que las palabras de las que depende para hablar le son impuestas, que se alojan en él al modo de un parásito. Esta relación que el humano tiene con el lenguaje determina que al hablar diga más de lo que se propone, que sólo pueda tener un control precario sobre lo que dice o quiere decir y sobre lo que otros le transmiten con su decir.
 
Lo anterior delinea una estructura en la que el rumor y el chiste comparten algunos elementos. En el chiste alguien tiene una ocurrencia ingeniosa, la que a su vez le cuenta a otro, a quien le corresponde validar ese dicho como un chiste –con su risa-, para reiterar a su vez el procedimiento. Cuando el chiste es tendencioso, por ejemplo hostil, aparece un otro adicional, aquél del que el chiste hace escarnio[52]. Tenemos entonces una combinación de por lo menos tres o incluso cuatro elementos: dos sujetos que entran en la circulación de la agudeza, más el dicho que la constituye, que puede referirse a otro más. La intervención del Otro es aquí constitutiva: por un lado, el “creador" del chiste ocupa él mismo el lugar del Otro en la medida en que es sorprendido por una ocurrencia que le cae encima, que se le impone desde la alteridad del lenguaje; por otro lado, su dicho sólo adquiere el estatuto de chiste al ser sancionado por el Otro cuando ríe. Esta autentificación por el Otro no es solamente el reconocimiento que aporta la risa del interlocutor, sino que implica que este efecto hilarante es posible porque lo que se dijo es registrado en el lugar del Otro como un mensaje que escapa a las convenciones del código de la lengua, provocando por el equívoco significante la creación de un sentido nuevo[53]. El chiste entonces siempre viene del Otro y su circuito sólo se cumple con su comunicación a Otro:
 
“… nadie puede contentarse haciendo un chiste para sí solo. Es inseparable del trabajo del chiste el esfuerzo a comunicar este; y ese esfuerzo es incluso tan intenso que hartas veces se realiza superando importantes reparos. También en el caso de lo cómico depara goce la comunicación a otra persona; pero no es imperiosa, uno puede gozar solo de lo cómico dondequiera que lo encuentre. En cambio, se ve precisado a comunicar el chiste; el proceso psíquico de la formación del chiste no parece acabado con la ocurrencia de él; todavía falta algo que mediante la comunicación de la ocurrencia quiere cerrar ese desconocido proceso”[54].
 
También en el rumor aparece esa tendencia apremiante a transmitir a Otro lo que a su vez viene del Otro. Es ese circuito lo que constituye al rumor como tal. En su estructura tenemos en juego por lo menos cuatro elementos: alguien le cuenta algo a otro, que a su vez se lo cuenta a otro. Hay tres sujetos que toman parte en la transmisión del rumor, más lo que éste predica –acerca de un suceso (v. gr. un sismo, una guerra, una caída en la bolsa) y/o acerca de alguien(es) (v. gr. Colosio va a ser sustituido como candidato por Camacho); estas dos modalidades del predicado involucran siempre la participación o la suerte de otro(s). Tanto en el chiste como en el rumor los componentes que los constituyen están anudados de tal manera que si uno de ellos se desanuda todos los demás se sueltan, lo que conforma una estructura borromea que al deshacerse provoca la pérdida de vigencia del chiste o del rumor en cuestión.
 
El rumor circula en la voz popular, es transmitido a título de “dicen”, “se dice”, es una de las modalidades de presentación de la voz del Otro –la expresión latina Vox pópuli, vox Dei proporciona una indicación sobre esa presencia del Otro en el rumor y sobre la creencia que le otorga su verosimilitud[55]. Esa voz está más allá de cualquier individuo, y al mismo tiempo cualquiera está en condiciones de transmitirla, cualquiera puede ocupar ahí el lugar del Otro, pues el crédito que el rumor encuentra no se sostiene en el aval dado por el nombre propio de un presunto autor. Sin embargo, para poder participar con otros en la difusión de un rumor se requiere formar parte de un horizonte cultural compartido con ellos. Este es un rasgo adicional que el rumor comparte con el chiste, de tal modo que para aquél vale lo que Freud dice para éste: “Así, cada chiste requiere tener su propio público, y reír de los mismos chistes prueba que hay una amplia concordancia psíquica”[56].
 
El público de un rumor constituye también una comunidad de intereses, de ahí que el terreno de la política sea fértil para el surgimiento y circulación de rumores entre quienes comparten su carácter de ciudadanos o de miembros de una colectividad organizada por cierto régimen político. Nuevamente aquí la referencia al chiste nos aporta una orientación:
 
“Es harto común que circunstancias exteriores estorben el denuesto o la réplica ultrajante, tanto que se advierte una muy notable preferencia en el uso del chiste tendencioso para posibilitar la agresión o la crítica a personas encumbradas que reclamen autoridad. El chiste figura entonces una revuelta contra esa autoridad, un liberarse de la presión que ella ejerce. En esto reside también el atractivo de la caricatura, que nos hace reír aun siendo mala, sólo porque le adjudicamos el mérito de revolverse contra la autoridad”[57].
 
El rumor es también, como el chiste, un recurso en contra del poder político. En la medida en la que viene del campo del Otro, el rumor escapa a las distintas formas de control: sea el de las convenciones sociales que regulan lo que puede o no ser dicho; sea el de la ciencia que pretende explicarlo, predecirlo y controlarlo -“El rumor no posee ninguna característica permanente que uno espera de un objeto de la ciencia”[58]-; sea el del poder político que busca suprimirlo o contrarrestarlo a través de la censura, la propaganda o el discurso oficial y oficioso. En este aspecto, la murmuración popular proporciona una vía de reivindicación de los sectores sociales subordinados frente al poder estatal, una vía que le permite a esos sectores conservar una parte de poder sobre la cual el régimen político que los gobierna no tiene dominio. El denuesto, la diatriba y la caricatura que escarnece –como en el caso del cartón político, que en México pertenece a una larga tradición opositora-, son formas de degradación del amo[59], como único recurso contra su poder y los privilegios que recibe de él, en las que el participante en la reiteración del rumor encuentra un goce cercano al de lo cómico: el que se desprende de la operación de desenmascarar, por la vía de su ridiculización, la dimensión fálica del poder, ahí donde éste se presenta como lo que no es o con una potencia que no le corresponde[60]. En este sentido se puede afirmar que el rumor “dice más de lo que parece decir”[61]. En la especie que pone en duda la candidatura de Colosio no está ausente ese propósito de ridiculizarlo y de denostarlo[62], al poner en entredicho sus capacidades para hacer frente a la crisis del régimen y al insistir en su debilidad política, oponiéndola a “la potencia” que los jerarcas del partido oficial le atribuyen.[63] Después del crimen que terminó con su vida se volvió “políticamente incorrecto” hacer mención de esas carencias, si no es que hasta sospechoso de participación en el complot magnicida.
 
El interpretador
El rumor popular es igualmente una manera de construir una versión del hecho político distinta a la del poder estatal, una versión que hace aparecer las fracturas de ese poder y su discurso, al tiempo que provee una explicación que ofrece la certidumbre de un sentido que pretende ser pleno. Para lograr este objetivo, el rumor se basa en el pequeño indicio para desconfiar de la versión oficial y producir otra que va en sentido contrario. Es posible que a mayor compulsión estatal, mayor sea la propagación de esta estrategia, como ocurre en el ámbito de la prisión política:
 
“En ese mundo, donde los signos están prohibidos o rigurosamente controlados, todo es signo y mensaje: todo es inevitable y enfáticamente significante. Y a su vez todo preso político se convierte, desde que se incorpora al medio carcelario, en un lector, un descifrador, un hermeneuta hipersensibilizado”[64].
 
Esa situación en la que todo es signo que se presta a ser descifrado, corresponde a la forma de proceder de lo que Sérieux y Capgras llaman el interpretador[65]. La encontramos operando a lo largo de la circulación del rumor que anticipa el final de la candidatura de Colosio, en donde tal vez la información que se refiere a ese asunto no está prohibida, pero el discurso oficial del régimen se empeña tanto en desmentir el rumor, que consigue profundizar la sospecha con la que comúnmente son recibidas sus versiones, tanto por la población en general como por una fracción importante de la clase política. Este factor, sumado a las condiciones políticas que le dan verosimilitud al rumor, va a generar un ambiente de suspicacia en el que la masa de información ambigua y contradictoria va a proporcionar abundantes indicios para confirmar una versión que afirma lo que los voceros del régimen niegan. Aquí ningún detalle es superfluo, todo es potencialmente un signo que demanda ser interpretado.
 
El asesino de Colosio forma parte del público del rumor, está incluido en esa comunidad de intereses a la que le preocupa el futuro del régimen, como lo permiten colegir sus inquietudes políticas, la información que posee sobre el régimen y la coyuntura política en la que éste se encuentra –véase su Libro de Actas[66]-, además de su interpretación singular en el sentido de que en el lugar del crimen “posiblemente había más gentes ahí con armas de que iban a hacer lo mismo”[67] –es decir, cómplices de una conspiración en la que él no participa, pero que también buscan eliminar al candidato. En este caso, el magnicida no solamente está al tanto del rumor, pudiendo participar de su transmisión como cualquiera, sino además deja ver que está tomado por esa forma de la voz del Otro hasta el punto de comprometerse en un acto que le da consistencia real. Al hacerlo, sale de esa condición de cualquiera, para suscribir con su nombre la realización del rumor: Aburto.
 
Publicado en: Artefactos, No. 1, 2009. pp. 205-235.
 
 


[1] Froissart P. La rumeur. Histoire et fantasmes. Paris, Belin; 2002. p. 111. Para lo que sigue es pertinente tener en cuenta una observación de este autor en el sentido de que el término rumor sufre un cambio en su utilización a partir del siglo XX: “Desde 1902, la significación de la palabra ‘rumor’ cambió. Bajo el impulso de los trabajos de Stern, que imitaba ‘las condiciones del rumor en que cada una de las personas participantes debía dar a la persona siguiente lo que había escuchado de la persona precedente’, un lazo es establecido entre un modelo experimental y el objeto modelado. De esta confusión entre el dispositivo y el concepto nació la noción moderna de rumor: la replicación, la tendencia a la deformación, el mensaje inicial, la aparente perfección del mensaje inicial, y todas esas características que, una vez reunidas, dan lugar a una nueva acepción. Hablar de rumor antes del siglo XX es pues peligroso: se arriesga el anacronismo que consiste en hablar de romanticismo antes del siglo XIX, o de progreso antes del siglo XVIII”. Ibíd. p. 68 (la traducción es mía: F. M.)
[2] Un joven obrero, de nombre Mario Aburto Martínez, es detenido en el momento del crimen y posteriormente será juzgado y sentenciado como responsable de asesinar a Colosio. Las investigaciones ulteriores, tanto judiciales como periodísticas, no han podido comprobar la existencia de una conspiración para asesinar al candidato. El lugar de Aburto en este magnicidio es abordado en: Meléndez F. “Un sacrificio para salvar a la Patria”. Non nominus, no. 7, noviembre 2007. pp. 3-18. Aquí, por limitaciones de espacio, me ocupo solamente del rumor que antecedió a la muerte de Colosio; los rumores subsiguientes –de una conspiración desde el poder para asesinarlo y de la suplantación del verdadero asesino-, son objeto de un trabajo posterior.
[3] El 28 de noviembre de 1993 Colosio es “destapado” como candidato del Partido Revolucionario Institucional. Camacho se inconforma, no acude a felicitar al triunfador, como marcaban los rituales de la tradición sucesoria del régimen de partido de Estado, y renuncia al puesto de Regente del Distrito Federal, que desempeñaba como miembro del gabinete de Salinas. En el momento de ser nombrado Comisionado para la Paz, Camacho se desempeñaba como Secretario de Relaciones Exteriores, puesto al que llegó por un acuerdo con el Presidente después de la renuncia mencionada.
[4] Cárdenas Cruz F. “Pulso político”. El Universal, 1994, enero 11. (Los corchetes son míos.)
[5] El pequeño recuadro en al lado inferior derecho del cartón muestra al recién removido Secretario de Gobernación -quien ocupaba este cargo al haber solicitado licencia el año anterior como gobernador justamente del estado de Chiapas- Patrocinio Gonzáles Garrido, cruzando el umbral de una puerta con la inscripción Grupo 24 hs., GA, Grillos Anónimos. Es recibido por Fernando Gutiérrez Barrios, también Secretario de Gobernación en la administración de Salinas desde 1988 y removido en 1992. El nombramiento de Camacho como Comisionado para la Paz estuvo acompañado del nombramiento de Jorge Carpizo como Secretario de Gobernación, quien se desempeñaba hasta ese momento como Procurador General de la República, y como nuevo Procurador es nombrado Diego Valadés. Ambos nombramientos, que tienen una importancia estratégica en la coyuntura política, son considerados posiciones políticas de Camacho.
El otro recuadro muestra a quien fuera Procurador General de la República, Ignacio Morales Lechuga, cuando explotaron ocho kilómetros del drenaje de la ciudad de Guadalajara, el 22 de abril de 1992. El entonces Procurador estaba encargado de las investigaciones para encontrar a los responsables de las explosiones, provocadas por el derrame de cientos de litros de gasolina, que dejaron un saldo oficial de 210 muertos. En el cartón Morales Lechuga no se ha enterado todavía que Carpizo ya no es Procurador y que en ese cargo se desempeña ahora Diego Valadés. Atrás aparece “el baboso”, personaje creado por el cartonista Falcón, quien está a la espera de los resultados de las mencionadas investigaciones.
[6] Ramírez C. “Indicador Político. Chiapas: otros cadáveres”. El Financiero, 1994, enero 11. (Las negritas corresponden al original). El comentario con el que inicia la cita de la columna se refiere a los supuestos bombardeos que el ejército mexicano llevó a cabo en las zonas de Chiapas ocupadas por los insurgentes –bombardeos que el gobierno de Salinas niega reiteradamente haber realizado.
[7] Federico Arreola comenta que en el equipo de Colosio desde el primer día de la campaña, que fue también el de la designación de Camacho como Comisionado, apareció la amenaza del “fantasma de un candidato alterno”. En el fantasma está presente la posibilidad de la resurrección. Cf. Arreola F. Así fue. La historia detrás de la bala que truncó el futuro de México. México, Nuevo Siglo Aguilar; 2004. pp. 20-21.
[8] Granados Chapa M. “Plaza Pública”. Siglo 21. 1994, enero 13.
[9] Zepeda J. “Chiapas, tumba del gobierno”. Siglo 21. 1994, enero 18.
[10] Agencias/DF. “No declinaré a favor de Camacho, dice Cárdenas”. Siglo 21. 1994, enero 21.
[11] Caballero A. “Camacho podría promover la reforma electoral: Cárdenas”. La Jornada. 1994, marzo 12.
[12] Martín R. y Chim L. “Niega el candidato del PARM que piense declinar a favor de Camacho”. La Jornada. 1994, marzo 8.
[13] Rodríguez Guzmán J. “Repudia Marcela Lombardo las reuniones de Carpizo con líderes de PRI, PRD y AN”. El Universal. 1994, marzo 17.
[14] Casas D. “JGT: peligrarían cotos de poder de darse una candidatura independiente”. El Universal. 1994, marzo 15 (la frase entre guiones corresponde al original).
[15] Casas Sauceda D. “Pide González Torres que Camacho se postule, se den coaliciones y segunda vuelta electoral”. El Universal. 1994, marzo 18.
[16] Agencias. “¡Que no se haga bolas nadie!, Colosio es el candidato, dice Salinas”. Siglo 21, 1994, enero 28.
[17] Agencias. “La fuerza de Colosio está fuera de duda, dice Emilio M. González”. Siglo 21. 1994, enero 20.
[18] Rivera, M. A. “Clase política”. La Jornada. 1994, marzo 4.
[19] Rodríguez, R. y Martínez, N. “Colosio, registrado; ‘unidad en el PRI’”. “‘Yo no he hecho de Chiapas botín político’, sería reprochable señala”. La Jornada. 1994, marzo 5.
[20] “Apoyar a su candidato, única tarea priísta: Ortiz Arana”. La Jornada. 1994, marzo 12.
[21] Alemán, R. “Clase política”. La Jornada. 1994, marzo 5 (Los corchetes son míos.).
[22] Cf. Ginzburg C. Mitos, emblemas e indicios. Morfología e historia. Barcelona, Gedisa; 1999. Más adelante desarrollaré la relación existente entre este paradigma y el discurso del interpretador –tal como lo plantean Sérieux y Capgras-, a propósito de la teoría de la conspiración que acaba por tomar cuerpo después del asesinato de Colosio.
[23] La primera vez que escribo Aburto en mi computadora aparece subrayado en rojo. El programa instalado en la máquina me indica como primera opción que hay que cambiarlo por… Aborto.
[24] Sobre la eficacia del insulto cf. Butler J. Lenguaje, poder e identidad. Madrid, Editorial Síntesis; 2004.
 
[25] González V. “No participaré en la actual contienda electoral: Camacho”. El Universal. 1994, marzo 23. Según había trascendido, Colosio y Camacho habían tenido recientemente (el 17 de marzo) una reunión en la que habían llegado a algunas coincidencias, entre ellas la posibilidad de una “alianza estratégica para la transición democrática”. Cf. Márquez E. Por qué perdió Camacho. Revelaciones del azor de Manuel Camacho Solís. México, Océano; 1995. p. 201.
[26] Cf. Allport G. W. y Postman L. Psicología del rumor. Buenos Aires, Editorial psique; 1967. Es interesante tomar en cuenta que este libro fue editado por primera vez en los Estados Unidos en 1947. La guerra recién terminada imponía en ese país la tarea de combatir la propaganda enemiga, principalmente de origen nazi. Para una crítica de la posición de estos investigadores cf. Zires Roldán M. Voz, texto e imagen en interacción. El rumor de los pitufos. México, Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Xochimilco-Miguel Ángel Porrúa; 2001 –particularmente el capítulo I titulado: De lo verdadero a los diferentes regímenes de verosimilitud.
[27] Wiñazki M. La noticia deseada: Leyendas y fantasmas de la opinión pública. Buenos Aires, Marea; 2004. p. 9.
[28] En este caso el rumor no se reduce a una “expresión constatativa” en el sentido de Austin; habría que estudiar la relación de un rumor como el que nos ocupa con lo que este autor llama “expresión performativa”, es decir, delimitar lo que se podría situar como la dimensión performativa del rumor, lo que éste hace al decir reiterativamente lo que dice –aquí es preciso tener en cuenta la crítica y problematización que Judith Butler hace del performativo de Austin. Cf. Austin J. L. Cómo hacer cosas con palabras. Barcelona, Paidós; 1971. También cf. Butler J. Lenguaje, poder e identidad. Madrid, Editorial Síntesis; 2004.
[29] Fundamentalmente los medios escritos. En 1994 la radio y sobre todo la televisión funcionan, salvo algunos espacios marginales, casi como agencias de propaganda del régimen y su partido. Televisa, la mayor cadena de televisión del país, sigue siendo por entonces “una empresa priísta”, como la definió en algún momento su principal propietario. Televisión Azteca, la otra gran cadena de televisión, apenas había empezado a operar el año anterior, en 1993, después de que el gobierno de Salinas privatizara la televisora estatal Imevisión. Según un rumor, Raúl Salinas de Gortari, hermano del Presidente, sería accionista de la nueva empresa, lo que puede dar una idea de que su política informativa estaba lejos de tener una posición crítica hacia el régimen. Esa versión fue parcialmente confirmado por Raúl Salinas Pliego, propietario de TV Azteca, sin parentesco con la familia presidencial, al aceptar que el hermano del Presidente le prestó varios millones de dólares para adquirir en propiedad la televisora que era del Estado. Por otro lado, la Internet no tenía en aquel tiempo la penetración social que va a tener años después.
[30] Diccionario de la Lengua Española. Madrid, Real Academia Española, Vigésima segunda edición; 2001.
[31] Moliner M. Diccionario de uso del español. Madrid, Gredos; 1998.
[32] Diccionario de la Lengua Española. Ed. Cit.
[33] Ibíd.
[34] Moliner M. Op. Cit.
[35] Esas dudas están determinadas por la manera en que están estructuradas las condiciones políticas de ese momento y son hasta cierto punto independientes de las capacidades personales de Colosio, así como de los resultados de las encuestas que predicen su triunfo en las elecciones. Sobre este último punto cf. Arreola F. Así fue. La historia detrás de la bala que truncó el futuro de México. México, Nuevo Siglo Aguilar; 2004. p. 233.
[36] Cepeda, A. “Conjeturas”. La Jornada. 1994, marzo 8.
[37] Aquí conviene tener en cuenta la distinción capital que hace Torcuato Accetto respecto a la función del secretario en el Renacimiento: “Se simula lo que no es, se disimula lo que es”. Accetto, T. De la disimulación honesta. México, Libros de artefacto; 2001.
Otro tipo de suplencia, que también vuelve visible una falta, pero al mismo tiempo permite sostener un anudamiento subjetivo, es la que Lacan plantea en el caso de James Joyce. Cf. Lacan J. Le Sinthome. No editado. Versión G. T.
[38] Sobre la imposibilidad de la sustitución en el duelo, cf. Allouch J. Erótica del duelo en el tiempo de la muerte seca. México, Edelp; 1998.
[39] Allport G. W. y Postman L. Op. Cit. pp. 33-34.
[40] Ibíd. p. 16 (las cursivas corresponden al original). Los autores proponen una fórmula cuantitativa para aproximarse a la medición de la intensidad del rumor, fórmula que no retomamos al considerarla insuficiente para situar lo que el rumor pone en juego.
[41] “El hecho de mayor gravitación, sobre todo en tiempo de guerra, es el de que el rumor circula mucho más raudo cuando el individuo desconfía de la noticia que llega hasta él”. Ibíd. p. 34.
[42] “…una bemba tiene mayores posibilidades de éxito cuanto menos visibles estén, en su enunciado, las huellas de su enunciación”. De Ípola E. La bemba: acerca del rumor carcelario y otros ensayos. Buenos Aires, Siglo XXI Editores Argentina; 2005. p. 36. El término bemba proviene de Cuba: “Designa popularmente los labios gruesos y prominentes. Por extensión, significa ‘rumor’, ‘versión’. Antes del triunfo de la revolución cubana se denominaba ‘radio-bembas’ a las informaciones que circulaban de boca en boca entre la población, informaciones provenientes de la radio clandestina del Movimiento 26 de Julio, cuyas emisiones eran captadas por un número limitado de personas”. Ibíd. p. 16 n. 2.
[43] Sobre esta cuestión cf. Zires Roldán M. Del rumor al tejido cultural y saber político. México, Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco; 2005 –particularmente el capítulo II: De lo verdadero a los diferentes regímenes de verosimilitud. La dimensión cultural del rumor.
[44] Froissart P. Op. Cit. p. 244.
[45] Lacan J. Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. Barcelona, Paidós; 1987. p. 246.
[46] “… en el fondo de toda creencia hay sin embargo esto –a este ser supuestamente pensado como un todo, le falta sin duda lo principal en el ser, es decir la existencia. En el fondo de toda creencia en el dios como perfecta y totalmente munificente, se encuentra la noción de ese no sé qué que siempre le falta y hace que de todos modos siempre se pueda suponer que no existe”. Lacan J. La relación de objeto. Buenos Aires, Paidós; 1996. p. 143.
[47] Freud S. El chiste y su relación con lo inconciente. Obras Completas. Buenos Aires, Amorrortu, Vol. VIII; 1979. p. 17.
[48] Ibíd. p. 136.
[49] Para la preponderancia de la unidad autor-obra, ligada a la relación entre el surgimiento de la noción de autor y la individualización en la historia de las ideas, la literatura, la filosofía y las ciencias, cf. Foucault M. “¿Qué es un autor?”, Litoral, 25/26, 1998, pp. 35-71.
[50] Lacan J. Le Sinthome. No editado. Versión G. T. Sesión del 17 de febrero de 1976 (Traducción mía.)
[51] Cf. Lacan J. “Una psicosis lacaniana”. Presentación de caso. Texto establecido por Jacques-Alain Miller (traducción y prólogo de Vicente Palomera). Texto traducido por la Escuela Freudiana de Buenos Aires. De hecho se puede decir que Lacan recibe del Otro la expresión palabra impuesta; en este caso la recibe por imposición del señor Primeau, a quien entrevista en esa ocasión.
[52] Freud S. El chiste… pp. 137-138.
[53] Cf. Lacan J. Las formaciones del inconsciente. Buenos Aires-Barcelona, Paidós; 1999. Particularmente las primeras siete reuniones de este seminario tratan sobre el chiste.
[54] Freud S. El chiste… p. 137.
[55] Sobre el papel que cumple la vox pópuli en el asesinato de Álvaro Obregón cf: Sladogna A. “Vox Populi, Vox Dei. Álvaro Obregón-José de León Toral (México, 1928)”. Epílogo a: Régis E. Los regicidas en la historia y el presente. México, Libros de artefacto; 2000.
[56] Freud S. El chiste… p. 144.
[57] Ibíd. p. 99.
[58] Froissart P. Op. Cit. p. 34.
[59] En 1945 Allport y Lepkin comentan a propósito del rumor de contenido político: “Se ha comprobado asimismo que la calumnia y el descrédito políticos son aceptados con placer por los ciudadanos que desconfían del partido gobernante”. Por supuesto no están hablando de México sino de Estados Unidos. Citados en: Allport G. y Postman L. Op. Cit. p. 198.
[60] “Desde que ustedes hablan de alguna cosa que tiene relación con el falo, eso es lo cómico”. Lacan J. R. S. I. Séminaire XXII. Version non J. L. 11-3-1975 (traducción mía). Por cierto que esta presencia del falo en lo cómico introduce ahí un tercer elemento que cuestiona el planteamiento de Freud en El chiste, como el de Lacan, en 1957 en Las formaciones del inconsciente, que le atribuye una estructura dual a la comicidad; a diferencia del chiste, al que le atribuyen una estructura ternaria. Cf. Freud S. El chiste… p. 137. Lacan J. Las formaciones del inconsciente. Ed. Cit. p. 116.
[61] No, estimado lector, no se trata de una cita de Lacan, es una frase utilizada por Allport G. y Postman L. Op. Cit. p. 183.
[62] Lo cual es más claro en el caso de Salinas, al hacerlo el líder de una conspiración asesina en contra de su amigo.
[63] Recuérdense las declaraciones, citadas más arriba, de Emilio M. González, líder del PRI en el Senado, realizadas en las primeras semanas de la crisis política: “Políticamente Colosio es potente, está en plena campaña y no hay nada que lo pueda interferir”. Agencias. “La fuerza de Colosio está fuera de duda, dice Emilio M. González”. Siglo 21. 1994, enero 20.
 
[64] De Ípola E. Op. Cit. p. 29.
[65] Cf. Sérieux P y Capgras J. Las locuras razonantes. El delirio de interpretación. México, Colección libros de artefacto; 2002.
[66] Procuraduría General de la República. Informe de la investigación del homicidio del licenciado Luis Donaldo Colosio Murrieta. Tomo II. México, 2000. pp. 363-369.
[67] Procuraduría General de la República. Informe… Tomo II. México, 2000. pp. 183 y 378.

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